Cultura

Soles y brumas

  • 'TIERRAS SOLARES'. Rubén Darío. Ed. Noel Rivas Bravo. Renacimiento. Sevilla, 2016. 224 páginas. 16 euros.

El propio Rubén Darío se autodefinía como "peregrino de arte de americanas tierras" y lo cierto es que no dejó de viajar de un lado para otro ni de enviar, desde los lugares en los que residió o por los que pasaba, crónicas que aparecían en su periódico de cabecera, La Nación de Buenos Aires, y eran después recogidas en libros de prosa tan renovadora como lo fue su verso. Dos de ellos reunieron sus impresiones de la "madre patria" en los años de entre siglos: España contemporánea (1901), que describía el deprimido ambiente tras la guerra de Cuba, y Tierras solares (1904), primero de los suyos publicado en la península y fruto de una estancia prescrita para la curación de una "bronquitis alcohólica".

La nueva edición de este último, al cuidado de Noel Rivas, coincide con el centenario de la muerte de Darío e incluye, además del embrión original del libro -formado por los artículos dedicados a Barcelona, Andalucía, Gibraltar y Tánger-, los que tratan de Venecia y Florencia y la serie, separada de la anterior, que llevaba inicialmente el título de Horas errantes, donde el cronista agrupó los itinerarios inmediatamente posteriores por las "tierras de bruma": Bélgica, Alemania y Austria-Hungría.

Cuando a finales de 1903 Darío conoce Andalucía -Málaga, Granada, Sevilla, Córdoba fueron las ciudades en las que estuvo- tiene en la cabeza la imagen exótica y orientalizante que difundieron los viajeros románticos, cuyos tópicos reproduce o desmonta. Con la vista puesta en el pasado, lamenta la desnaturalización derivada del progreso o la mirada simplificadora del turismo, percibe los ecos de un esplendor -miliunanochesco, dice un tanto cómicamente- asociado a la "herencia arábiga" e identifica un fondo de tristeza que, como en la poesía de su joven y devoto discípulo Juan Ramón Jiménez, contradice la estampa habitual, sin ocultar la pobreza o incluso la miseria que late bajo el pintoresquismo. Son crónicas caprichosas, aunque llenas de encanto, que aspiran a ser críticas pero no siempre se libran de los estereotipos y parecen de antemano, como las de tantos otros visitantes, predispuestas a la elegía.

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