La certeza del color | Crítica

La escritura, el árbol, el bosque

Álvaro Campos Suárez (Málaga, 1981).

Álvaro Campos Suárez (Málaga, 1981).

Sólo de manera excepcional decide un escritor abrir las puertas de su cocina íntima, el laboratorio que conduce de la mirada al mundo y la experiencia consecuente a la obra, una maquinaria hecha de notas furtivas, tentativas, dudas, pruebas, errores y aciertos. Tras una trayectoria poética breve en títulos pero de largo alcance, en la que también ha habido espacio para el ensayo y otros géneros, el escritor malagueño Álvaro Campos Suárez (Málaga, 1981) comparte su propio itinerario en La certeza del color, un volumen que reúne apuntes facturados a vuelapluma y a la vez con precisa meditación a lo largo de diez años. Campos vierte sus notas a mayor gloria del aforismo en una entrega que confiere una lograda estructura formal a la espontánea creación de estas notas, entre la definición de diccionario, la paradoja y la distancia humanista. El título del libro se ofrece aquí como declaración de intenciones: aunque “Ni el sol ni la nieve: la niebla en exclusiva nos define”, el poeta sale al mundo, palabra en mano, bajo la convicción de que el color le espera en alguna parte. Como un compromiso moral.

“Todo escritor es un bosque de notas”, y, ciertamente, las piezas más logradas son las que abordan la escritura como un bosque en el que cada árbol, incluso el descartado, cumple su función. Advierte Campos Suárez que “Vivir en poesía es más bello que escribirla”, y justo en esa frontera en la que lo poético se resiste aún a hacerse verso, pleno en la mirada, se sitúa este libro de hermosura honda y a la vez ligera, directo al poso, erguido como un abrazo. Se da aquí el milagro de llamar a las cosas por su nombre, tal cual, sin alharacas ni imposturas: “Si algo sigue igual, seguirá igual. Piénsalo”. Y con él, el humor (“Traspapeleo: entrega del manuscrito al editor en una feria del libro”), la nostalgia (“Los Reyes son los padres. Los piratas son los niños”), el oficio (“La belleza no captura el tiempo, lo modela”), la renuncia a la vanidad (“Todo ismo es un abuso de autoridad”) y la identidad (“La verdadera presencia de cualquier escritor se mide en su ausencia”). En los márgenes adecuados para la amistad y el silencio. 

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios