'Estudios sobre (lo que en su momento se llamó) la ciudad' | Crítica

El dilema de la ciudad genérica

  • Rem Koolhaas sintetiza en este ensayo la evolución de su pensamiento arquitectónico

Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944).

Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944). / D. S.

Desde mediados del siglo XX, las ciudades han sufrido las transformaciones más radicales de toda su historia. Sometidas a fuerzas tan difíciles de controlar como los movimientos migratorios y la voracidad del automóvil, la globalización o la especulación económica, estas nuevas metrópolis son muchas veces pura acumulación de suburbios y espacios basura. Estos cambios y sus consecuencias han ocupado gran parte de la actividad teórica de Rem Koolhaas, uno de los arquitectos más influyentes de los últimos 50 años. Un trabajo que ha volcado en libros fundamentales, como Delirio de Nueva York (1978) o Mutaciones (2000), pero también en multitud de artículos, presentaciones y conferencias.

Dieciséis de esos textos se agrupan en un libro que, al ordenarlos de manera cronológica, desvela cómo ha evolucionado el pensamiento de Koolhaas desde 1977, cuando a la sombra de Oswald Mathias Ungers proponía "extirpar las partes poco satisfactorias" de la ciudad de Berlín y construir en su lugar "un archipiélago de islas verdes". Una evolución en la que se repiten conceptos y obsesiones, como Ungers y Berlín o el constructivismo ruso, pero sobre todo esa "ciudad genérica" que se ha despojado de su identidad para "ser como los aeropuertos, todos iguales", y que puede reconocer en lugares como Dubái, Tokio o Singapur, construidos a base de retales, o como Atlanta, que se propaga por el territorio como una especie de rizoma urbanístico.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

La selección también permite detectar las contradicciones que existen entre el Koolhaas teórico, que asume que "la arquitectura ya no expresa valores públicos, sino los valores del sector privado", y el constructor de edificios, que levanta centros comerciales en ciudades asiáticas, o protesta porque en la vieja Europa, "continente de la historia", la idea de hacer tabula rasa resulta impensable.

Los dos últimos textos del libro, sin embargo, demuestran que la edad no ha limado su olfato para la polémica: El campo es una reflexión acerca de las tensiones que están modificando el aspecto y significado del mundo rural, cada vez más parecido a una ciudad deslavazada y dispersa, mientras que La ciudad inteligente es un lamento acerca del papel, de momento inexistente, que juegan los arquitectos en el diseño de ese metaverso que ya tenemos encima.

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