Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Cultura

El fin del idilio

  • 'PERSONA NON GRATA'. Jorge Edwards. Ed. Ángel Esteban y Yannelys Aparicio. Cátedra. Madrid, 2015. 504 páginas. 18 euros.

Comisionado por el presidente Allende para restablecer las relaciones diplomáticas entre el Chile de la Unidad Popular y la Cuba revolucionaria, Jorge Edwards llegó a La Habana en julio de 1970, el día en el que Fidel Castro pronunciaba el famoso discurso donde reconocía el fracaso de la zafra de los diez millones, y salió del país sólo tres meses después, tras una tensa entrevista con el comandante que había ya ordenado el arresto de Heberto Padilla -detenido cuando volvía de verse con Edwards- y no ocultaba su desprecio hacia el escritor chileno, testigo incómodo. El relato de esa estancia en la isla -una "novela política sin ficción" en palabras del narrador- vio la luz por primera vez en diciembre de 1973, meses después del golpe de Pinochet, provocando una conmoción que sumada al vergonzoso caso Padilla -la autoincriminación pública del poeta represaliado, a la más burda manera de las farsas estalinistas- marcó el llamado "fin del idilio" entre muchos intelectuales de filiación izquierdista y la Revolución cubana, que en Persona non grata mostraba el verdadero rostro de una sociedad estrictamente vigilada en la que no se permitía ninguna forma de disidencia.

La obra ya clásica de Edwards ha sido objeto de numerosas reediciones a las que el autor incorporaba prólogos o epílogos que en esta, preparada por Ángel Esteban y Yannelis Aparicio para Cátedra, son sustituidos por un único preámbulo donde Edwards declara que tal vez escriba algún día una "historia de este libro y sus censuras, sobre todo en Occidente". Persona non grata tuvo el raro privilegio de ser prohibido a la vez en Cuba y en el Chile de Pinochet, pero también en Europa fue objeto de polémica. Aún abundaban los militantes que sostenían que era preciso pasar por alto los excesos revolucionarios y cerrar filas con el régimen, cuyas deficiencias se juzgaban como males menores o peajes obligados. Las críticas sólo podían provenir de los agentes del imperialismo y ni siquiera Neruda -distanciado de las autoridades cubanas, pero no de la ortodoxia comunista- se libraba de los ataques de los lacayos. "Cuarenta y tantos años" después, el temprano testimonio de Edwards sigue siendo un ejemplo de honestidad que suma a su valor documental una incuestionable maestría literaria.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios