Cultura

Como hojas caducas

  • 'NUNCA ACABA SEPTIEMBRE'. César Romero. Libros Canto y Cuento. Jerez de la Frontera, 2015. 145 páginas. 10 euros.

En la tradición literaria sobre los temas del duelo y la muerte no son escasas las obras que con sencillez narrativa y frialdad forense han sabido radiografiar los últimos instantes de una vida que se va. Quizá La muerte de Ivan Ilich de Tolstoi sea una de las nouvelles más reconocibles en este ámbito pero incluso en las páginas iniciales de El extranjero de Camus, pongamos por caso la escena del ataúd cuya tapa el hijo se niega a desclavar, el lector puede encontrar la excusa perfecta para acudir a su almacén de recuerdos abastecido de nuevos detalles universales con los que enriquecer su experiencia íntima.

En su aparentemente humilde último libro, el sevillano César Romero consigue, probablemente sin proponérselo, trascender el dolor propio y familiar para construir, con una prosa sencilla y directa, una fábula de las relaciones humanas y de la fuerza de las costumbres y los afectos. La enfermedad del padre, la perplejidad ante el primer diagnóstico, las constantes entradas y salidas del hospital, el olor a fármacos, la vigilia de la madre siempre atenta, la pequeña alegría que trae consigo cada visita de los nietos… son algunas de las imágenes que van pasando por este álbum en blanco y negro hasta llegar al inevitable pero siempre prematuro desenlace.

Si hasta la fecha César Romero sorprendía a sus lectores infiltrando en sus cuentos y novelas alguna veta de un indisimulado afecto por las prosas de Benet, Faulkner y Marías, el también autor de Tierra de orates y Campo de minas saca ahora del cajón su instrumental más periodístico y jurídico (las dos carreras en las que se licenció) para componer una pequeña-gran obra que apunta por dónde puede evolucionar la carrera de un escritor muy interesante que se mueve lejos de los aparatos promocionales de la industria del libro actual. Por fortuna, el oficio de otro gran escritor pero también editor, José Mateos, nos ha puesto este Nunca acaba septiembre, tan duro como balsámico, al alcance.

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