José Antonio Lucero. Escritor

"No existe un país más guerracivilista que Francia"

  • El historiador y escritor roteño publica su segunda novela histórica, 'La madrina de guerra', después del éxito que cosechó 'La vida en un minuto', ambas ambientadas en el siglo XX

El escritor José Antonio Lucero.

El escritor José Antonio Lucero. / David Pazos

De hacerse el encontradizo por las calles de su Rota natal con Almudena Grandes a publicar dos novelas históricas cargadas de veracidad, descubrimientos y romance. José Antonio Lucero (Rota, 1988) ha publicado recientemente su libro La madrina de guerra (Ediciones B), un relato inspirado en una figura poco estudiada por los expertos, la de las jóvenes que, durante el cruento periodo de la Guerra Civil, a imitación de lo que ya sucedía en la Primera Guerra Mundial, mantenían correspondencia con soldados en el frente para servirles de apoyo. Aurora y Teófilo, los protagonistas de este libro, se ven zarandeados por los devenires del conflicto bélico, los juegos de poder y la súbita violencia que golpeó a España.

–¿Por qué otra historia sobre la Guerra Civil?

–Pese a que se haya contado muchísimas veces, creo que aún quedan muchas historias por contar. Considero que es un proceso histórico muy atractivo para nosotros porque todavía quedan heridas que se ven y todavía queda memoria por contar. Es una memoria presente. La madrina de guerra es una historia y una figura que todavía no se había contado. La labor de los historiadores o escritores jóvenes es rebuscar en los relatos ya narrados para, tal vez, encontrar la veracidad dentro de lo utópica que es la verdad en la Historia. La Guerra Civil todavía puede contarse de muchas maneras.

–¿La Historia está mal contada?

–Siempre ha estado mal contada. O sea, no es que esté mal contada, es que hay que entenderla como un relato. Desde que hace cinco mil años estos relatos se empiezan a escribir, quienes escriben controlan lo que se escribe y controlan la manera en que el pasado se transmite. Eso ha pasado siempre. Pasa hoy, por ejemplo, con la forma que se tiene de narrar la guerra en Ucrania. ¿Quién tiene la culpa? ¿Rusia, Ucrania, Putin, la OTAN...? Precisamente por eso la labor del historiador es contrastar los relatos, buscar fuentes, encontrar causas y consecuencias y, por ende, descubrir la verdad en lo que se ha querido contar. A día de hoy hay quien se rasga las vestiduras diciendo que los historiadores quieren reescribir la Historia, y no es así, sino que la Historia hay que estar continuamente estudiándola para acercarse todo lo posible a la verdad.

–Su libro es muy crítico con los dos bandos y a ambos se les atribuyen las mismas atrocidades.

–He intentado aterrizar con esta historia a lo humano. He pretendido que no haya bandos buenos o malos, como se ha mostrado muchas veces en la literatura, sino contar cómo, una vez que estalla la Guerra Civil, se rompe cualquier mecanismo de control del Estado y eso hace que se desencadene una violencia brutal. Narro, por un lado, la revolución anarquista que sufre Teófilo en su pueblo manchego y Aurora con su familia en un Madrid republicano. Por otro lado, conforme va avanzando, ambos personajes sufren la represión contraria, la de los franquistas cuando ya acceden y conquistan la capital. Ambos son títeres a merced de quiénes mueven los hilos en el momento que les toca. El tópico siempre ha sido que, como España estaba tan mal, el conflicto tenía que suceder sí o sí, sin embargo, la idea que subyace en mí respecto a esta guerra es que el ejército se levanta contra el Estado y que, ahí, en esa pérdida de control, comienza la violencia. De la otra forma, si se siguen los tópicos, nos acogemos al relato que ha quedado de dos bandos con dos hermanos separados que se enfrentan, dando así a entender que ambos enfrentamientos son legítimos, y eso no es cierto.

"Más que hablar de buenos y malos, quería mostrar la violencia terrible que conllevó la Guerra Civil"

–¿Existe, en la actualidad, una concepción guerracivilista en España?

–Sí, totalmente. Pero no desde ahora, sino desde antes de la Guerra Civil. Tenemos la concepción de que la triada Segunda República, Guerra Civil y franquismo son tres acontecimientos en los que ocurren cosas inauditas en el país. Por ejemplo, que llega la República y que se comienza un proceso anticlerical brutal, se asaltan conventos y se matan curas, cuando realmente los episodios más anticlericales de España ocurren en el siglo XIX, pero a esos hechos no se les ha querido dar importancia y todo se centró en el siglo XX. Pero voy a más: el guerracivilismo no se da únicamente en España. Tenemos la concepción de que estos enfrentamientos internos son algo fuera de lo común dentro de una Europa en la que todos los países conviven en perfecta armonía, cuando eso no es así. No existe un país más guerracivilista que Francia, pero parece que en España se quiere mantener este relato.

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro.

–¿Por qué?

–El último libro de Julián Casanova, Una violencia indómita, fue el que me inspiró a pensar así. Hay que entender que cuando Franco gana la guerra lo hace con la idea de Hobbes de que el hombre es un lobo para el hombre y que, por tanto, se necesita a un ser superior que nos domine, dado que no somos capaces de gobernarnos por nosotros mismos. Por ello, las personas que legitiman el franquismo lo hacen bajo la premisa de que España es un país cainita que no puede gobernarse por sí mismo y que necesita a un salvador y, por tanto, justifican la existencia de una dictadura.

–¿La Historia la escriben los vencedores?

–Sí, claro. A lo largo de toda la Historia, los relatos han sido controlados por los Estados. Cuando ya se profesionaliza la Historia es cuando surgen diversas corrientes historiográficas que van poniendo en duda la veracidad de los relatos que han llegado hasta nosotros, pero hasta mediados del siglo XX la Historia ha estado siempre dominada por los vencedores.

–Cuando Aurora intenta explicar a su padre que no puede apoyar a los falangistas le dice: “Pero no somos ricos, papá. Ni ricos ni burgueses”. Lo de votar según nuestras necesidades parece que no va con nosotros.

–Siempre ha habido alguna tendencia política que ha intentado capitalizar unas reivindicaciones o un sentimiento público vendiendo una idea que no va a responder a ninguna necesidad.

–Almudena Grandes valoró muy positivamente La vida en un minuto. ¿Cómo es recibir una crítica de ella?

–Es un auténtico honor. Yo he tenido la suerte de haberla conocido porque ella pasaba parte de sus veranos en Rota. Desde muy joven me hacía el encontradizo con ella por el pueblo, y eso se transformó en una relación en la que, cada verano, al menos una vez, quedábamos y hablábamos de libros. Su influencia y sus consejos han sido muy enriquecedores. El año pasado volvimos a coincidir en Rota y le pude hablar de La madrina de guerra. Quedamos en que yo se la pasaría, pero, bueno, no la ha podido leer. Ha sido una persona muy importante en mi carrera como escritor y el vacío que ha dejado la literatura también lo ha dejado en mí.

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