Patricio Pron. Escritor

"La ficción es una forma de pensamiento, y el realismo una de sus peores ideas"

  • El narrador argentino afincado en Madrid reúne sus relatos de las últimas tres décadas en 'Trayéndolo todo de regreso a casa', un volumen en el que habla de la literatura y la vida

Patricio Pron, fotografiado en una visita anterior a Sevilla.

Patricio Pron, fotografiado en una visita anterior a Sevilla. / D. S.

"Nuestro novelista –que, por supuesto, aún no es en absoluto novelista y tampoco es nuestro– quiere ser escritor", anota Patricio Pron en uno de sus cuentos más aplaudidos, Es el realismo; "un día quiere ser Antonin Artaud, otro día quiere ser Jorge Luis Borges, al  siguiente, Herman Hesse y más tarde, Julio Cortázar; nuestro novelista es imbécil, pero por lo menos lee lo que hay que leer a su edad". Pron (Rosario, Argentina, 1975) reúne los relatos que escribió entre 1990 y 2020 en Trayéndolo todo de regreso a casa (Alfaguara), un volumen de narraciones brillantes, imaginativas y geniales con las que demuestra que él sí ha conseguido ser él mismo, un autor singularísimo en el panorama literario en castellano.

–En la nota preliminar apunta que, ya que no se puede corregir el pasado, ha revisado algunos de los relatos…

–Los revisé, sí. Pero no siempre pude corregirlos en toda la dimensión de la palabra. En varios casos, especialmente en el de los relatos más viejos, los que corresponden a mis comienzos como escritor, se me hizo evidente que yo ya no era quien los escribió, y que no podía corregirlos porque ya no era del todo capaz de comprender qué se proponía aquel escritor que yo había sido. De modo que prácticamente no hice cambios en ellos.

–En esos textos, los más antiguos, el lector se encuentra con las historias de un caballo que simulaba ser un hombre, una ciudad de ahogados en el fondo del río, los hijos de una misma mujer que hablaban las lenguas más dispares... Ese joven autor tenía una imaginación poderosa.

–Me recuerdo como alguien que sabía de su pertenencia a una tradición muy importante, la del cuento hispanoamericano, con sus extraordinarios escritores. Por entonces trataba de averiguar si había un lugar para mí en esa tradición y cómo podía yo escribir relatos que, si no estuvieran a la altura de los de mis maestros y maestras, los de esa tradición, al menos pudiesen ser puestos a su lado, como una especie de línea de sombra. Después tuve otros intereses y una relación distinta con los maestros, pero en ese momento se trataba de recorrer los sitios que ellos habían frecuentado y operar en el marco creado por ellos.

"En los comienzos trataba de averiguar si había un espacio para mí en la tradición del cuento hispanoamericano"

–En Es el realismo no presenta una visión muy entusiasta del oficio de escritor: "Almorzar con A, elogiar hasta la salivación excesiva el libro de D, apoyar como jurado la novela de H"... Y en Éste es el futuro que tanto temías en el pasado cuenta lo terrible que es la promoción. Qué pena, como dice, no ser un autor con un seudónimo como Elena Ferrante y poder renunciar a tanta servidumbre.

–Ya no hay tiempo para pseudónimos, me temo. Pero en una ocasión, en Buenos Aires, alguien me dijo con total convencimiento que ella conocía a Patricio Pron y que Patricio Pron era el pseudónimo empleado por un amigo suyo del colegio. No me impuse: le respondí que, efectivamente, yo fingía ser Patricio Pron en ocasiones porque tenía cierto interés en sus libros. Y así pasamos a hablar de otras cosas, de lo que se deriva la escasa importancia que tiene la vida literaria para la mayor parte de las personas. Y, sin embargo, ésa es la única vida que algunos tenemos, la vida de leer y escribir y pensar en la literatura. Las servidumbres son reales y acechan al escritor, pero hay formas de resistencia, y yo soy muy de la idea de que sólo la resistencia a los requerimientos externos puede salvarnos como individuos.

–En Un divorcio de 1974, corríjame si me equivoco, habla de las vivencias de unos padres que no son exactamente los suyos, pero termina diciendo: "Años después, un hijo de ambos cuenta esta historia". ¿Hasta qué punto la Historia, ésta con mayúsculas, nos invoca, nos pertenece?

–Vivimos en el tiempo y éste nos habita. Pero no siempre parece fácil recordar que el presente es el sitio en el que el pasado se manifiesta, donde despliega sus alas, cubriéndolo todo. Nos gusta creer que tenemos un gran margen de acción, pero ese margen está limitado por la Historia, la clase social, el género, los padres que tenemos. Los personajes de este libro tienen, si acaso, una conciencia de ello mayor que el resto de las personas. Están a menudo en una encrucijada, en un cruce de caminos, y saben que la decisión que tomen hará que su vida ya no sea la misma. Hay una frontera, un borde. Y ellos la cruzan.

"La vida literaria tiene poca importancia, pero para algunos es la única vida que tenemos: leer, escribir"

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro.

–En sus relatos los narradores manifiestan su oposición frente al realismo y la poesía chilena. ¿Suscribe alguna de esas manías?

–Sólo en parte. Soy un gran admirador de la poesía chilena y, en general, de su literatura, que por diferentes razones he acabado conociendo bastante bien; su literatura contemporánea es de las más importantes que existen en este momento en español. El realismo, por otro lado, me interesa sólo como problema. El problema es el de las implicaciones de creer que vivimos en un mundo comprensible y ordenado pese a que, como es evidente, y como afirmó Martin Heidegger, "vivir es haber caído" y a que el mundo mismo está lejos de ser realista. La literatura de ficción es una forma de pensamiento, una enorme inteligencia que trasciende las limitaciones del espacio y del tiempo. Pero la mímesis, la idea de que la realidad podría ser imitada mediante palabras ordenadas de una cierta manera, es una de las peores ideas que esa inteligencia ha tenido hasta el momento.

–En alguna pieza utiliza (y exagera) a un álter ego que se llama Patricio Pron. ¿Qué diferencias hay entre el personaje literario y el real (porque todos en la vida, al fin y al cabo, somos un personaje)?

–Bueno, el Patricio Pron de algunos de mis relatos está algo más atento de lo que estoy yo a asuntos vinculados con el prestigio, la profesión de escritor y la existencia de una industria del libro que devalúa sistemática y quizás deliberadamente su producto, los libros que dice querer publicar, reemplazándolos por tuits estirados, narcicismo autoficcional, retratos generacionales y el resto escrito de actividades muy poco librescas o literarias como tener un canal de YouTube, ser tertuliano en la radio o trabajar de folclórico. Que la literatura resista todo esto es una prueba de su extraordinaria fortaleza, así como del hecho de que algunas personas no podemos vivir sin la literatura, incluso aunque lo que se nos ofrece como tal no siempre lo sea ni se le parezca mucho. Supongo que Patricio Pron se azota diariamente pensando en estos asuntos. Yo, por mi parte, estoy la mayor parte del tiempo pensando en otras cosas, como qué están haciendo mis gatos y qué consecuencias puede tener eso en nuestros muebles, dónde está mi esposa que no responde mis llamadas, por qué razón los futbolistas siempre nos parecen mayores de lo que realmente son… esos son mis temas.

"Hay un Patricio Pron que se preocupa por la cosa literaria, pero yo me pregunto qué están haciendo los gatos con mis muebles"

Trae rojo / Es sangre surgió cómo respuesta a la pregunta que solían hacerle de cómo entiende la literatura. Es curioso que se plantee como un manual de instrucciones para la guerra…

–Así es. Hay un componente bélico en el fondo de las instrucciones, pero el enemigo del que se habla en ellas es uno mismo y los peligros que lo acechan como escritor: la autocomplacencia, la ficción de la importancia propia, la idea errónea de que las ventas de un libro dicen algo acerca de su calidad, la fantasía de que los escritores seríamos una especie de conciencia crítica de la sociedad, etcétera. Naturalmente, el manual de instrucciones es un chiste. Pero es un chiste serio, que es lo que siempre son los mejores chistes.

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