Son de bohemia | Crítica

Locos del Ideal

  • Más de quince años después de la propuesta por Francisco Fortuny, una nueva antología de Rafael Inglada recupera la obra del poeta madrileño Emilio Carrere, cantor de la bohemia

Emilio Carrere (1880-1947), poeta, narrador y cronista del 'viejo' Madrid.

Emilio Carrere (1880-1947), poeta, narrador y cronista del 'viejo' Madrid.

Aunque muy popular en su tiempo y más conocido todavía hoy que la mayoría de los secundarios que deambulan por La novela de un literato, las maravillosas memorias de Cansinos, Emilio Carrere ha acabado formando parte de la misma constelación de olvidados en la que su figura de bohemio profesional –indisociable de la pipa, el chambergo y la chalina– encarnaba al superviviente de un mundo desaparecido. Coetáneo estricto de JRJ, Carrere perteneció a la generación del modernismo y participó de la nueva estética, pero su obra en verso, apegada a los maestros franceses del Ochocientos, apenas abandonaría los terrenos de una poética –entre modernista y tardorromántica– que convirtió en exitoso sello propio. Funcionario absentista y escritor a destajo, el llamado "rey del refrito" llevó una vida relativamente desahogada en comparación con los Gálvez, Buscarini y compañía, lo que ha llevado a los críticos más puntillosos a considerarlo un celebrador de la bohemia más que un bohemio estricto. Devoto de Baudelaire y de Verlaine, pero sobre todo de Murger, Carrere recreó las escenas de la vie de bohème en la geografía castiza del viejo Madrid, que conocía como la palma de su mano. Se autodefinía como "cantor de la miseria" y su costumbrismo, en la línea anarquizante de la cofradía, asumía la pose rebelde y cierta intención social, aunque tras la Guerra Civil –que pasó escondido en un manicomio– se afiliaría al franquismo para sobrellevar como una leyenda semipóstuma los años posteriores a la victoria.

Carrere convirtió su poética, entre modernista y tardorromántica, en exitoso sello propio

Editada por Rafael Inglada, la nueva antología de Renacimiento contiene algunos de los poemas más celebrados de Carrere, como el manuelmachadiano "Autorretrato", "El Caballero de la Muerte" –en la estela de Darío– o el más famoso de todos, "La musa del arroyo", en los que el pintoresquismo y la nota sentimental, a menudo patética y ciertamente estereotipada, no carecen de encanto. Los tipos populares y en particular los marginales, pícaros, prostitutas o heroicos "locos del Ideal", tuvieron en el poeta a uno de sus más genuinos retratistas.

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