Aniversario

25 años sin Ayrton Senna

  • Se cumple un cuarto de siglo de accidente mortal del piloto brasileño en el circuito de Imola.

  • Su muerte supuso un punto de inflexión en la mejora de los sistemas de seguridad en circuitos y monoplazas.

Estado del coche de Ayrton Senna tras el accidente en Imola.

Estado del coche de Ayrton Senna tras el accidente en Imola. / AFP

Muchos aficionados a la Fórmula 1 y al deporte en general recuerdan qué hacían exactamente aquel 1 de mayo de 1994, el día que murió Ayrton Senna. El corazón del triple campeón del mundo dejó de latir a las 18:40 y con él millones de aficionados enmudecieron, entre la incredulidad y la más absoluta tristeza. El fatal accidente ocurrió sobre las 14:13 en la maldita curva de Tamburello del circuito Enzo y Dino Ferrari, de Imola, en la séptima vuelta de un Gran Premio de San Marino que nunca debió disputarse.

Todo apuntaba a tragedia desde los entrenamientos. El viernes previo, otro brasileño, Rubens Barrichello, sufrió un impresionante accidente y un día después murió el austríaco Roland Ratzemberger en un violento choque casi frontal contra la barrera de protección.

El domingo, antes de ponerse al volante de su Williams FW16 Renault, Senna criticó duramente la pista, uniéndose a las voces que clamaban por la falta de seguridad de los pilotos.

El piloto de Sao Paulo salió desde la pole, pero la rotura de la barra de la dirección en un mismo punto en el que había sido soldada provocó que perdiera el control de su monoplaza a casi 300 kilómetros por hora y se estrellara contra un muro de protección.

"¡Senna se golpeó fuerte!", exclamó el veterano periodista Galvao Bueno, en la retransmisión en directo de Globo para Brasil. Eran las 14:13.

Senna, de 34 años, sólo comenzó a recibir atención médica sobre la pista dos minutos y medio después; y diecisiete más pasaron para ser trasladado al hospital en helicóptero, aunque ya era tarde. Con el impacto, una pieza de la suspensión delantera salió disparada como un proyectil contra su casco, provocándole lesiones mortales en el cerebro.

Senna ajusta el retrovisor de su monoplaza antes de comenzar el GP de San Marino en el que murió. Senna ajusta el retrovisor de su monoplaza antes de comenzar el GP de San Marino en el que murió.

Senna ajusta el retrovisor de su monoplaza antes de comenzar el GP de San Marino en el que murió. / AFP

Bianca Senna, sobrina del piloto, se encarga ahora de mantener vivo su legado desde el Instituto Ayrton Senna, un sueño del mito brasileño que se hizo realidad tras su fallecimiento y que tiene como objetivo mejorar la educación pública de su país.

"Fue más que un piloto; si sólo hubiera sido un piloto no se hubiera ganado el corazón de tantas personas en el mundo. Luchó mucho por conseguir lo que consiguió y no fue fácil. Las personas se identifican con eso, con esa batalla por conseguir sus objetivos", dice Bianca en una entrevista con Efe.

Cuando Ayrton ganó su primera corona mundial, en 1988, ella era una niña y reconoce que no seguía mucho las carreras de su tío, "solo la salida porque sabía que iba a ganar".

La imagen que guarda de él dista mucho de la del piloto al límite que se veía sobre la pista: "Era muy diferente, muy cariñoso, muy bromista, muy amoroso y muy querido".

El 1 de mayo de 1994, Bianca estaba en casa de una amiga, comenzó a ver la carrera y cuando ocurrió el accidente se fue para la casa "para ver lo que estaba pasando y ahí fue cuando se confirmó" su fallecimiento. La noticia fue un auténtico shock para Brasil y el mundo entero. Incluso una estudiante de 16 años se suicidó días después en su casa en la ciudad de Curitiba, en el sur de país, para "encontrarse" con el fallecido piloto.

Pero la muerte de Senna también unió a un país en torno a su figura. En el fútbol, las irreconciliables aficiones del Flamengo y Vasco da Gama se hermanaron ese domingo en el Maracaná de Río de Janeiro para cantar juntos "¡Olé, olé, olé, olá, Senna, Senna!".

El Gobierno del entonces presidente Itamar Franco (1992-1994) decretó tres días de luto, mientras algunos de sus ministros, sociólogos y periodistas trataban de explicar el "vacío social" que dejaba Senna.

El día después fue un gran velatorio en todo Brasil. Banderas negras colgaban en las ventanas, el silencio era reinante y aficionados se congregaban frente a la casa de la familia de Senna, en Sao Paulo.

Sus restos mortales llegaron el miércoles siguiente al aeropuerto de Guarulhos envuelto en una bandera de Brasil, fueron recibidos con honores militares dignos de un jefe de Estado, y velados en la Asamblea Legislativa de Sao Paulo.

En silencio, más de un millón personas se despidieron del último héroe nacional brasileño formando una caravana histórica que retrasó por dos horas el funeral, al que no faltaron grandes iconos como el francés Alain Prost, el inglés Nigel Mansell y el alemán Michael Schumacher, tres de sus máximos rivales en la pista. Una de las pancartas más repetidas ese día fue: "Senna está vivo".

Un cuarto de siglo después su mensaje y su legado continúan inspirando a los aficionados y su tragedia sirvió para mejorar los sistemas de seguridad de los circuitos y de los monoplazas de Fórmula 1. Aún hoy, su muerte sigue salvando vida.

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