La Pelota de papel

Apología del equipo pequeño

  • El Leganés y el Getafe se asoman al balcón europeo por delante de históricos de Primera con intensidad, seriedad táctica y juego directo

  • El bajo listón de presión, un factor a favor

Amrabat, con Busquets en el partido ante el Barça

Amrabat, con Busquets en el partido ante el Barça / EFE

Muchos de los extranjeros que desembarcan en la Liga, tan aplaudida por sus estrellas, se sorprenden de la difícil rutina de visitar a equipos de medio pelo que dan guerra. Estadios como el Coliseum Alfonso Pérez, pese a su frialdad, han dado dolores de cabeza a grandes del fútbol español y recientemente se unió a esa nómina de pequeños campos incómodos Butarque. En esta jornada 14 ambos estadios, ante poco más de 10.000 espectadores, contemplaron las derrotas de dos gallitos. El Getafe , con uno menos, venció al invicto Valencia, y el Leganés obró una rabiosa remontada sobre el Villarreal, en los 20 minutos finales.

Las dos hazañas de Getafe y Leganés, a los que también se ha unido el Girona, refrendan la apología de los equipos pequeños, que se asoman al balcón europeo posicionándose a uno y dos puntos del Villarreal, sexto, y muy lejos de sus habituales posiciones de descenso.

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Apología del equipo pequeño

La intensidad, la disciplina táctica, el compromiso, el fútbol rápido, de escasa elaboración, y vertical, por juego directo o por la velocidad de sus puntas, son denominadores comunes de José Bordalás, en el Getafe, y Asier Garitano, en el Leganés. El técnico azulón tira más de convicción y de garra. Sorprende ver en su equipo a jugadores técnicos como Portillo implicándose en la presión, en las ayudas, en el achique de espacios. Es una cuestión de posicionamiento en el campo y de convicción, de creer en lo que se hace. El Getafe se lo puso complicadísimo al Sevilla, al Barcelona y al Madrid y encontró el premio a su determinación ante el Valencia... y con un futbolista menos desde el minuto 25, por la expulsión de Arambarri. Bordalás ni siquiera hizo un cambio, pues reestructuró el centro del campo con lo que tenía: Markel Bergara, Portillo, Amath y Ángel para que Jorge Molina siguiera desahogando arriba con su veteranía y su fútbol.

Con Marcelino sancionado, su ayudante, Rubén Uría, se quejó de la agresividad del Getafe, pese a la rigurosa expulsión de Arambarri. "Nos ha sorprendido la dureza del partido, es fútbol y hay un árbitro. No lo esperábamos, ha dificultado nuestro juego, pero es fútbol", dijo. Y Parejo se quejó del césped.

Asier Garitano es más académico tácticamente. Menos de convicción que de aleccionamiento y buena disposición. Pero también juega al espacio, a su achique y a encontrar los resquicios para lanzar rápidas contras con Szymanowski, El Zhar, Eraso o el cuerpo a cuerpo de Amrabat. La movilidad de Beauveu procura la incierta e incómoda referencia para las defensas rivales.

Un denomidador común de estos equipos es la falta de presión, tanto mediática como social. Quique Setién, por ejemplo, está en el filo del precipicio pese a que el Betis está a tres puntos del sexto. "Cuando no tienes el balón hay que jugar a equipo pequeño, defendiendo con tensión", dijo para defender su fútbol de posesión tras el bolo de Las Palmas, como si defender no formara parte del fútbol, como si el Barça de Guardiola o el Chelsea de Mourinho no se hubiesen empleado con tensión sin balón. En Getafe y Leganés no pasa nada si sus equipos, como ha pasado, se llevan tres o cuatro jornadas sin ganar o perdiendo. Eso sí es una ventaja de los equipos pequeños, sin los cuales la Liga no sería tan grande: la hacen competitiva.

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