El Clásico | Análisis

Barcelona-Real Madrid: una debacle en cinco pasos

  • La última oportunidad de Lopetegui para continuar en el Madrid se salda con una goleada que pone fin a una etapa que ya nació torcida junto antes del inicio del Mundial.

Lopetegui se echa las manos a la cara.

Lopetegui se echa las manos a la cara. / Enric Fontcuberta / Marta Pérez / Toni Albir (Barcelona)

Estas fueron las claves de la goleada encajada en el clásico del Camp Nou por el Real Madrid ante el Barcelona: 

Una salida sin alma ni orgullo

El Real Madrid saltó al Camp Nou con miedo a la derrota y un planteamiento alejado de su grandeza. Tácticamente no tocó nada Julen Lopetegui y su intención iba orientada a ser fuerte defensivamente para dañar al rival con velocidad al contragolpe. Sus jugadores no respondieron, se ahogaron en la presión rival, no tuvieron fútbol para contrarrestarla ni el físico adecuado, con futbolistas como Marcelo jugando tocado de su tobillo derecho o Isco Alarcón muy lejos de una buena forma física para desequilibrar. Fueron recibiendo golpes sin mostrar capacidad de reacción.

Errores defensivos e incapacidad para solucionarlos

Con la línea defensiva muy reculada, todos los defensas del Real Madrid sufrieron. Nacho no tuvo ayudas de Bale y estuvo siempre superado por las subidas de Jordi Alba. Así se rompió el clásico. Raphael Varane extendió una imagen desconocida, de nuevo con errores que costaron goles, como el inocente penalti a Luis Suárez que daba paso al segundo tanto, o en perdidas de balón en la salida que se contagiaron a Sergio Ramos. El capitán mostró su mal estado de forma y se alió con la mala fortuna en un resbalón siendo el último hombre que costó la sentencia del clásico. Marcelo aportó más en fase ofensiva que en la defensiva, con problemas para correr hacia atrás a la velocidad que imprimió el Barcelona.

Ausencia de un referente

Al equipo de Lopetegui le volvió a faltar un líder al que agarrarse cuando le vinieron mal dadas. Debía de ser Gareth Bale pero el galés apenas apareció en la única ocasión que encontró espacios, por banda izquierda, al poco del inicio del partido. Su bajón en rendimiento desde que le llegaron los problemas musculares, le han hecho dar hacia atrás el paso que dio al frente para ocupar el vacío dejado por Cristiano Ronaldo. Nadie lo asume. A Benzema le falta personalidad, a Isco físico tras su apendicitis, Modric no encuentra el rumbo adecuado y Marco Asensio repitió suplencia tras rebajar su influencia en los malos momentos.

Falta de puntería en la reacción

Con todo perdido, la lesión de Varane impulsó a Lopetegui a un cambio táctico, su último intento, que dio resultado. Retrasó la posición de Casemiro para jugar con tres centrales y metió a Lucas Vázquez como carrilero en la derecha y Marcelo en la izquierda. El orgullo provocó la reacción del Real Madrid pero cuando tuvo sus minutos de dominio para empatar, le volvió a faltar puntería. Desde el 3-0 al Roma el 19 de septiembre solo un gol de un delantero, el de Benzema al Viktoria, en ocho partidos. El francés perdonó una clara de cabeza, Modric se estrelló con el poste, Isco no acertó en buena posición para marcar. Ha sido uno de los puntos negros que no supo corregir Julen tras 8 horas y 1 minuto sin marcar.

Un desplome que representa el fin de una etapa

Los jugadores del Real Madrid bajaron los brazos con el tercer tanto del Barcelona y se dejaron llevar. No lucharon hasta el final como siempre se apela a un jugador madridista y el adn del club, ni midieron la repercusión de recibir cinco tantos del eterno rival. El resultado acabó siendo abultado para lo ocurrido en el Camp Nou pero el equipo de Ernesto Valverde endosó una manita sin su estrella, con Leo Messi en la grada. Los brazos caídos de los madridistas fueron la fiel imagen al fin de la corta etapa de Lopetegui como técnico de la casa blanca. Marcelo, su orgullo, y su celebración en un nuevo gol con gesto hacia el banquillo, fue la última muestra de apoyo a su entrenador.

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