No es habitual que Chapín registre una entrada como la de ayer, con casi quince mil personas en la grada, pero el momento no era para menos, pues el Xerez se jugaba la permanencia en Segunda. El ambiente fue el de las grandes tardes y el equipo, poco habituado a contar con tanta gente, salió enchufado.

Las colas a la entrada, algo que provocó que muchos entraran en Chapín con el partido bastante avanzado, volvieron a aparecer y por primera vez esta temporada el estadio se tiñió de azulino, todo lo contrario a lo ocurrido durante el año, e incluso más atrás, con más marrón que otra cosa por el color de los asientos.

El Xerez ya salió del vestuario con un punto más por el apoyo de los suyos, una afición que eclipsó el desplazamiento masivo desde El Ejido, con medio millar de seguidores en las gradas de Fondo Norte.

El nerviosismo quedó latente a lo largo de los noventa minutos y la tensión provocó que algunos aficionados tuvieran que abandonar antes de tiempo el estadio. "Ya no puedo más, me va a dar algo", decían bajando las escaleras. Pero no solamente la tensión afectó a la grada, también al campo. Si no que se lo pregunten a Bernaus, que fue sustituido a la media hora y su enfado fue tal que la pagó con el banquillo.

Sin embargo, todo se vio de otra manera con el gol de Pedro Ríos, ayer uno de los más aplaudidos, un tanto que da media permanencia a los xerecistas. El del Polígono lo celebró a lo grande poniendo así la guinda a una actuación individual excelente.

El júbilo se contagió a las gradas, que veían como por una vez, no se tenía que recurrir a la épica para ganar un partido. Al final todo fueron celebraciones y los jugadores festejaron sobre el césped el importante triunfo, victoria que acerca la permanencia.