Deportes

Explosión de sevillanía

  • Los aficionados que estuvieron en la Plaza de la Encarnación vibraron con la conquista del título frente a Italia.

Sevilla explotó de alegría cuando el colegiado portugués Pedro Proença decretó el final del encuentro en el Olímpico de Kiev. La afición hispalense, que siempre ha sido considerada como el jugador número 12 de España, fue un ejemplo de cómo llevar en volandas, aunque sea a miles de kilómetros, a unos jugadores que a buen seguro sintieron el calor del público que se concentró en las setas, por siempre Plaza de la Encarnación.

Padres con sus hijos, niños y mayores, todos con bufandas, camisetas y las caras pintadas, se preparaban para asistir a un partido en el que La Roja hizo historia. Lo primero que hizo el público sevillano fue cantar el himno y gritar "¡Yo soy español, español, español...!". Con el comienzo del encuentro se palpaba la tensión entre una hinchada que, a pesar de los años, no olvidaba el codazo de Tassotti a Luis Enrique: "Nos tenemos que vengar", se escuchó entre una multitud que vibró con el gol de Silva. Un gol que se escuchó en todos los rincones de una Sevilla que veía más cerca la triple corona.

Después de la alegría vino la calma... y el sufrimiento. Los ataques de los italianos acaban en un "¡Uy!" por parte de unos seguidores que rápidamente reaccionaron con un "¡Vamos, vamos, que podemos!". Así, el sufrimiento se transformó en alegría cuando Jordi Alba batió a Buffon. Otra vez, la alegría inundó las setas y la zona del parque temático sevillano que estaba habilitada para la ocasión.

El descanso sirvió para retomar fuerzas, pues aún quedaba mucho camino por delante para que España se proclamara, de nuevo, campeona de Europa. Con las gargantas recuperadas, la afición sevillana gritó "¡Penalti!" en unas manos muy claras de Bonucci dentro del área. "¿No has visto nada, árbitro?". "¡Vaya con Proença!" se pudo escuchar entre unos seguidores que también cuestionaron algunas decisiones del seleccionador Vicente del Bosque. "¿Por qué cambia a Silva?".

El 2-0 no daba tranquilidad y el hecho de que la azzurra se acercara, cada vez más, con peligro a la portería de Casillas hacía que en la mente de los aficionados aparecieran recuerdos del pasado. "Estos italianos siempre han tenido mucha suerte". "Si nos meten un gol, se nos escapa el partido", se pudo oír hasta que se produjo la lesión de Motta.

A partir de ahí, los pupilos de Del Bosque empezaron a manejar el partido con ese tiqui taca que durante muchos partidos de la Eurocopa no ofreció. Eso transmitió tranquilidad a una hinchada que pudo respirar tranquila cuando Torres sentenció el partido con el tercer tanto. "Esto no se nos escapa", "ya es nuestra", se escuchó en unos seguidores que empezaron a romper a llorar de alegría al ver tan cerca la conquista de otra Copa de Europa de clubes.

Con los primeros gritos de "¡Campeones, campeones, oé, oé,oé...!", los sevillanos volvieron entrar en éxtasis cuando El Niñole puso el balón a Mata para que marcara a placer. En ese momento, en Sevilla se escuchó una explosión de júbilo que sólo fue superada cuando el capitán español, Casillas, elevó al cielo de Kiev el trofeo que llenó de gloria el corazón de todos los españoles.

La capital andaluza fue muchos años sede fija de la selección española. Ayer lo demostró con clase y saber estar. ¡Enhorabuena!

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios