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Fuentes se queda sin coartadas

  • Varios especialistas médicos desmontan los argumentos de defensa del urdidor de la trama

Los vampiros, tan de moda en los últimos años, hubiesen hecho una fiesta ayer en el juicio por la Operación Puerto. El polémico médico Eufemiano Fuentes, en cambio, no tuvo nada que celebrar. Al contrario. Los testigos citados, entre los que había dos expertos hematólogos y un técnico en medicamentos, resquebrajaron buena parte de las coartadas del líder de la trama de dopaje destapada en mayo de 2006.

El doctor no negó que realizara autotransfusiones de sangre a deportistas, pero sostiene que sus prácticas no implicaban riesgo para la salud. Durante su larguísima declaración la semana pasada, se desentendió de muchos de los medicamentos encontrados en los registros de sus pisos en Madrid.

Allí, la Guardia Civil halló, además de los arcones congeladores con la sangre, una maleta llena de productos dopantes que adjudicó a su colaborador Alberto León, ya fallecido. Pero también cajas de Eposino (EPO de origen chino) y Norditropin (una hormona de crecimiento). El primero dijo que lo adquirió para su hija Gara, que tenía un cáncer ocular e iba a ser tratada con quimioterapia; el segundo, un medicamento de uso hospitalario, era de su padre, nunca le fue devuelto y no consiguió que le recetaran otro, aseguró. "Y mi padre murió meses después".

Según un informe policial incorporado al sumario y revelado por el diario El País, el Norditropin encontrado en la casa familiar de Fuentes era un producto falsificado elaborado en un laboratorio clandestino. Ayer, un técnico en medicamentos dio otro golpe a las coartadas familiares del médico. "Hablamos de productos ilegales cuando proceden de otros países, como por ejemplo Rusia o China", dijo Ángel García La Cuesta, inspector farmacéutico de Madrid.

El testigo participó en el registro del laboratorio del socio de Fuentes, José Luis Merino Batres, eximido del juicio por padecer alzhéimer. Allí no encontró "ningún medicamento ilegal", pero advirtió de los peligros de los productos importados desde China, como el que el médico dijo que quería utilizar en su hija. "No se sabe la calidad de los principios activos, no se conoce la eficacia ni el transporte. Implicarían un riesgo para la salud pública", advirtió.

La defensa de Fuentes insiste en la competencia del galeno y Merino Batres en la manipulación de las bolsas, cerca de 200, encontradas en los registros. Sin embargo, el hematólogo Roberto Roig Oltra, jefe de servicio del centro de transfusión sanguínea de la Comunidad Valenciana, dijo que "no tiene ningún objeto congelar sangre fuera de un medio hospitalario". "La criopreservación requiere unas instalaciones muy complejas. No creo que haya una clínica privada que esté preparada", añadió el experto. "En mi experiencia profesional no conozco ninguna clínica privada que lo haga".

Roig Oltra es testigo de la acusación, pues en aquella época recibió un pedido de ayuda de Merino Batres para que le prestara glicerol, un producto conservante que se utiliza para el congelado de hematíes. El socio de Fuentes aprovechó su posición como jefe del banco de sangre del hospital La Princesa de Madrid, pero en realidad utilizó ese preparado presuntamente para su negocio privado.

De otro modo, aseguró Roig Oltra, no le habría prestado el producto. Eso afirmó Elena Franco Cama, que en aquella etapa era directora del centro regional de transfusión sanguínea de Sevilla. "Mi secretaria me dijo que Merino pidió que el producto fuera enviado a otra dirección distinta a la del hospital La Princesa. Yo le dije que no, que nosotros le hacíamos el favor al centro hospitalario", explicó también por videoconferencia.

Hoy testificarán los guardias civiles que custodiaron la sangre, otra posible fiesta para vampiros.

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