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Justo premio a la fe

  • Ataque sin desmayo Un golazo de Iniesta en el alargue clasifica al Barcelona para la final Justo castigo El Chelsea defendió el tanto de Essien incluso con un jugador más

El Barcelona se clasificó para la final de la Liga de Campeones al empatar a un tanto en el campo del Chelsea después de una semifinal dramática, que se resolvió en el descuento gracias a un espectacular gol de Andrés Iniesta.

El Barça aterrizó en Stamford Bridge con la obligación de marcar tras el empate sin goles cedido en la ida. Michael Essien adelantó al Chelsea en los primeros minutos y, como en una película de cine negro, el conjunto azulgrana esperó al descuento para lanzar su golpe definitivo. Por cortesía de Iniesta, el mayor ídolo que hoy tiene el Barcelona. Espera el Manchester United en la gran final de Roma.

Existía mucho interés por conocer cómo jugaría el Chelsea tras el cerrojo propuesto en la ida. Y lo que hizo fue jugar muy atrás de nuevo, pero perfeccionando sus salidas al ataque. De hecho, creó mucho peligro en la primera parte, en la que no se vio al Barcelona de esta temporada.

Porque el equipo azulgrana actuó sin la profundidad ni la agresividad acostumbrada. Guardiola tocó todas sus líneas para solucionar las ausencias de Márquez y Puyol, y el equipo pareció desorientado. Dominó, pero para poco. El Chelsea se encontró con un gol a los nueve minutos. Cayó un balón llovido desde el cielo y apareció Essien para conectar una volea imposible desde fuera del área que entró por la escuadra derecha de Víctor Valdés. Un gol de los que ya no se ven. Maravilloso para unos, afortunadísimo para otros.

El gol asentó la estrategia de los locales. El Barcelona acaparó el 70 por ciento de la posesión antes del descanso, pero dio la sensación de que era el Chelsea quien tenía el partido donde quería. Así era, de hecho.

El equipo de Hiddink tejía una malla en el centro del campo y el Barcelona se atascaba. Luego tenía a Drogba arriba, siempre una amenaza. El Barcelona, acostumbrado a manejar a su antojo cada partido, parecía aturdido.

El Chelsea seguía creciendo y creó un par de ocasiones más. Por ejemplo, Valdés desvió con la rodilla un lanzamiento de falta escorado de Drogba y luego el central Terry cabeceó fuera desde cerca. Stamford Bridge vibraba.

El Barcelona se marchó al descanso sin un solo disparo entre los tres palos, algo inédito esta temporada. Messi apenas existió, al igual que Eto'o. Mientras, el lesionado Henry se comía las uñas desde la grada.

El equipo español reaccionó tras el descanso. Puso más velocidad y algo más de profundidad, volcando especialmente el juego por la banda izquierda de Iniesta. En cambio, Messi naufragaba en la derecha y siempre recibía lejos de las zonas de peligro.

El Chelsea seguía igual, agazapado como una fiera. Y en una de sus contras tuvo la oportunidad de sentenciar, con una entrada vertiginosa de Anelka y un pase hacia Drogba. El africano estaba solo y Valdés sacó el balón con el pie. El Barcelona seguía vivo de milagro.

El encuentro mantenía una emoción casi irresistible. Cada llegada de uno y otro equipo provocaba la taquicardia en sus hinchas. Pero el partido estaba en el lugar donde el Chelsea quería. O, al menos, donde Hiddink lo había imaginado.

El duelo cambió decisivamente a los 66 minutos, con la expulsión de Abidal. Anelka encaraba el área rival cuando cayó. Quién sabe si fue un tropiezo o si de verdad lo tocaron. Ésto último fue lo que entendió el árbitro.

Guardiola no cambió piezas. Decidió asumir todo el riesgo y defendió con una línea de tres. El Chelsea seguía agazapado, esperando lanzar otro golpe definitivo. Y tuvo varias oportunidades, y hasta reclamó dos penaltis.

La taquicardia se apoderaba de Stamford Bridge mientras el Barcelona se lanzaba hacia un ataque suicida final. La pelota fue circulando de un lado del área hasta el centro. Y allí apareció el latigazo final de Iniesta, tras un pase de Messi, para marcar un gol con olor a historia, especialmente si conquista el título.

El Chelsea perdió los nervios y se fue encima del árbitro, con Drogba a la cabeza. Pero la última palabra estaba dicha y la había pronunciado Iniesta, erigido en portavoz de un Barcelona que aspira a un histórico triplete: Liga, Liga de Campeones y Copa del Rey.

Luchará por el trono continental con el Manchester United, el actual campeón. Los dos favoritos están en la final de Roma, que huele a duelo de gigantes, de pesos pesados. Así lo quiso Iniesta.

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