Fútbol

¿Manolo Emery o Unai Jiménez?

  • El técnico del Zaragoza devuelve la fe a su afición maña; el del Valencia, cada vez más discutido por la suya.

A finales de febrero, en la jornada 25ª, ni el maño más maño daba un duro por su Real Zaragoza cuando vio a Jiménez levantarse de la silla a mitad de su rueda de prensa en La Rosaleda, preso de la indignación por la indolencia que había mostrado su equipo unos minutos antes ante el Málaga (5-1). "Siento vergüenza", dijo el arahalense antes de abandonar su comparecencia ante la prensa de forma súbita.

Entonces, más de uno y de dos pudieron interpretar que el ex técnico del Sevilla preparaba el terreno para su marcha de un club con el norte perdido, un histórico que en este siglo XXI se ha convertido en club ascensor. Pero unos días más tarde, Jiménez volvió a la escena pública para aclarar sus palabras, y dejar claro que no pensaba dejar en la estacada a su equipo: "De los barcos que se hunden huyen las ratas, los cobardes o los que no sienten nada por el barco". Pero no rectificó el duro dardo que lanzó, con las pulsaciones a más de 100, en Málaga: sí, sintió vergüenza esa noche en la Costa del Sol.

Esa jornada, el Zaragoza veía la salvación lejos, muy lejos: a 12 puntos. Pero seis jornadas después, queda claro que ese puyazo de Jiménez al orgullo del vestuario blanquillo ha surtido su efecto. Entendió el ex lateral que desde el trabajo psicológico se podría reconducir la situación.

Y en eso anda. Porque después de su victoria in extremis en El Molinón, el Zaragoza avista su Eldorado particular a sólo cuatro puntitos, que son los que lo separan del Villarreal.

Y que la psicología ha tenido que ver en la reacción zaragocista lo refleja ese puñado de puntos que el equipo ha conquistado en los minutos finales de los partidos: ¿Hay o no hay fe? Ante el Villarreal ganó 2-1 muy al final, en Anoeta volvieron las concesiones defensivas impropias de un equipo de Primera (3-0) y después de dejarse escapar la victoria ante Osasuna en La Romareda (1-1), ha arrancado tres victorias seguidas, dos de ellas resueltas también en los últimos estertores (Atlético y Sporting) y otra bajo tintes épicos, en inferioridad numérica y en casa del tercero de la Liga, el Valencia (1-2). Jiménez, después de su traumática experiencia en el Sevilla, donde no terminó de entrar en el corazón de buena parte de la afición a pesar de unos resultados más que satisfactorios -el eterno debate de qué es jugar bien...-, sí que entrará en el corazón de los zaragocistas como obre el milagro de la salvación.

Precisamente esa inesperada victoria en Mestalla agudizó el desencuentro de la afición valencisnista con su entrenador, Unai Emery. Si hace unas semanas muchos agoreros daban por adjudicada la tercera plaza de la Liga al Valencia, hoy no es exagerado afirmar que los levantinos pueden poner en riesgo hasta su clasificación para la previa de la Champions si no espabilan y permiten que el Málaga (a 1 punto) y el mismísimo Levante (a 3) les den caza.

Emery no ha disfrutado del beneplácito de la hinchada ni cuando reestructuró al equipo hasta dejarlo tercero a pesar de las marchas de Villa y Silva, primero, y de Mata luego. Y ahora que pintan bastos, la falla empieza a arder.

Un termómetro de la realidad del equipo a lo largo de la temporada es que en los veintisiete partidos que no ha ganado, los catorce empatados y los trece perdidos, el Valencia marcó primero catorce veces, lo que no fue suficiente para que esa ventaja inicial se tradujera en victoria.

Manolo Jiménez, Unai Emery, dos entrenadores con carreras marcadas a veces por su falta de feeling con la grada, que ven cruzarse sus destinos: Manolo Emery, Unai Jiménez, tanto monta...

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