El Masters 1.000 de Montreal está evidenciando ciertos cambios que ya se avecinaron en torneos anteriores. El primero de ellos es la pérdida de fiabilidad en estas citas de los denominados grandes favoritos, reflejada en las tempranas derrotas de Andy Murray o David Ferrer a las primeras de cambio. El cansancio a estas alturas de la temporada es otro factor que propicia que Roger Federer ni siquiera haya podido inscribir su nombre.

El resultado ha sido un cuadro de semifinales con Novak Djokovic y Rafael Nadal en su mitad más previsible y con un duelo local entre los canadienses Pospisil y Raonic en su mitad más inesperada.

Y no es sólo una historia de masters 1.000, sino de un cambio generacional que puede tener consecuencias para un Top-4 que ya no alcanza las rondas finales al completo.

Janowicz ya se coló en las semifinales de Wimbledon y otros como Raonic, Gulbis o Dimitrov amenazan con hacerlo. Montreal es la última muestra de la rebelión contra los grandes favoritos.