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Mourinho no cumple el plan

  • El técnico portugués, que llegó al Madrid para derrocar el triunfal ciclo azulgrana, sucumbe como sus predecesores

Llegó para derrocar al mejor Barcelona de la historia, la máquina futbolística formada y engrasada por Pep Guardiola en torno a Messi. Se acercó más que sus predecesores, pero José Mourinho tampoco pudo truncar el ciclo triunfal de los azulgrana.

Con la Liga casi en el bolsillo y la final de la Liga de Campeones en la mano, dejando en el camino al eterno rival, el Barça volvió a ganar en el cómputo total de la temporada a un Madrid que, al menos, levantó de nuevo la Copa del Rey después de 18 años.

Se lo ganó al equipo que más gusto le puede dar vencer y a su manera (al contragolpe), pero el título de Copa es un premio de consolación para un Mourinho que llegó al club blanco elogiado por su presidente, Florentino Pérez, como el "mejor entrenador del mundo". Elegido de hecho el mejor de 2010 por la FIFA, el portugués había sido el azote barcelonista la campaña anterior, en la que su Inter ganó el triplete y eliminó a los catalanes en las semifinales de la Champions.

Su llegada a la casa merengue generó todo un choque de filosofías entre los dos gigantes del fútbol español. Frente a la obsesión por la pelota de los blaugrana, Mourinho opuso la verticalidad de las contras a partir de la solidez defensiva.

Para algunos, una claudicación. Para otros, la única manera de derrotar al Barcelona. Con seguridad, fue una apuesta arriesgada del presidente blanco, artífice del preciosista Madrid de los galácticos, ganador en 2002 de la última de sus nueve Copas de Europa. Después de un año, sin embargo, el resultado es que el Barcelona jugará el 28 de mayo en Wembley su tercera final de la Liga de Campeones en seis temporadas. Las dos anteriores terminaron con el capitán azulgrana levantando la Copa.

Liderado por Messi, el Barça se ha convertido en referencia mundial de excelencia futbolística. El argentino fue premiado con el Balón de Oro los dos últimos años y siete jugadores del conjunto catalán formaron parte del once de la España campeona del mundo en Sudáfrica.

El cambio de ciclo, que se fraguó en realidad con la llegada del holandés Frank Rijkaard en 2003, tuvo su punto culminante con la conquista de los seis títulos en juego en 2009, en la primera temporada y media de Guardiola.

Por el contrario, en los últimos ocho años, el Madrid tuvo cinco presidentes y diez entrenadores. El último, Mourinho, que ayer suspendido, prefirió ver el 1-1 del Camp Nou en la vuelta de las semifinales de Champions en su hotel. Quizá el problema es que lo fueron a buscar para destruir la hegemonía del Barcelona más que para construir algo. Si el Madrid no lo devora, Mourinho tiene tres años más de contrato para demostrarle que está equivocado.

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