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Nadal-Djokovic: el duelo

  • La Philippe Chatrier acoge hoy una final anticipada entre los dos mejores tenistas del momento El componente psicológico, factor decisivo en los enfrentamientos entre ambos

"No puedo. Este tío es mejor que yo". La frase data de agosto de 2007, y salió de la boca de Rafael Nadal en Canadá tras una derrota ante el serbio Novak Djokovic. Seis años después nada cambió demasiado: pese a todos los éxitos acumulados, el español sigue creyendo que el serbio tiene más recursos, sus partidos ante el número uno del mundo siguen siendo esencialmente un duelo psicológico.

La de hoy en el Abierto de tenis de Francia será una semifinal a jugarse en dos cabezas. Y aunque el componente mental no llegará a los extremos de la final a diván abierto que jugaron nueve años atrás los argentinos Gastón Gaudio y Guillermo Coria, en la pista Philippe Chatrier podrá advertirse con claridad el poder y la importancia de lo mental cuando algo bien grande está en juego.

A diferencia de los deportes de equipo, en el tenis se está solo. Con una red de por medio y el rival a 30 metros de distancia, la sensación de presión se potencia con 15.000 espectadores respirando en la nuca de los contendientes y cientos de millones de espectadores siguiéndolos por televisión.

Y si separados por esa red están dos hombres que a esta altura no luchan ni siquiera por los grandes títulos, sino por agigantar su lugar en la historia -la verdadera batalla que libra el trío integrado por Nadal, Djokovic y el suizo Roger Federer-, la presión es mayor aún. Y lo que gane uno, lo pierde el otro: también de eso se trata. "Psicológico...", dice Nadal, que a sus 27 años se siente "más viejo". Y se queda reflexionando. "Yo voy a intentar jugar bien. No voy a intentar pensar en aquello que perdí, y creo que él tampoco pensará en lo que me ganó". Pero lo que ganó y perdió cada uno está ahí. De las 34 veces que se enfrentaron -más partidos que en el duelo entre Nadal y Federer- el español ganó 19 y el serbio 15. Pero la verdadera estadística, la que importa, es otra: Djokovic venció a Nadal en siete finales consecutivas entre marzo de 2011 y enero de 2012. En esa racha le quitó tres títulos de Grand Slam. Nadal tiene 11, podría tener tres más. Djokovic suma seis, podrían ser tres menos. Y por delante de ellos, Federer con 17, la verdadera meta de ambos.

Nadal logró cortar esa racha en abril de 2012 al derrotar a Djokovic en la final de Montecarlo, una verdadera liberación para el español, que a esa altura sufría ya una verdadera tortura psíquica a la hora de medirse al serbio. Nadal ganaría también en la final de Roma y en la de Roland Garros, pero dos meses atrás volvió a tropezar con Djokovic en la final de Montecarlo, un escenario en el que prácticamente no sabía lo que era perder.

Así, el balance de seis títulos y dos finales de Nadal tras regresar de sus siete meses de ausencia por una doble lesión de rodilla vale poco cuando del otro lado está Djokovic, el único jugador que cuenta con superioridad psicológica sobre el español.

El propio Nadal admitió en una reciente entrevista que aquella final de Roland Garros fue una liberación: "Después de haber perdido tres finales de Grand Slam seguidas contra Djokovic, era un partido que me llenaba".

Pero el serbio es más peligroso que nunca, quizás, porque tiene una doble motivación: llegar a la final para buscar el único torneo de Grand Slam que se le resiste y dedicarle el título a Jelena Gencic, la mujer que a los seis años le enseñó a jugar al tenis, muerta la semana pasada.

"Rafa es el favorito", dijo el miércoles Djokovic. "Me importa un bledo", reaccionó entre risas, pero contundente, un Nadal al que el serbio resume en tres conceptos: "Apasionado, sangre caliente y muy humilde"

El español es, además, el dueño de siete títulos en Roland Garros. Su pasión, su sangre caliente y su humildad alcanzaron para ganar más veces que nadie la "copa de los mosqueteros", ser número uno del mundo e impresionar al mundo. Pero todo tiene un límite, y el de Nadal se llama Djokovic.

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