Purito Rodríguez (Katusha) es más líder de la Vuelta al rematar en solitario con maestría y astucia la primera etapa de alta montaña de la ronda disputada entre Palas de Rei y el Puerto de Ancares, de 149,2 kilómetros, en la que batió en el mano a mano a Alberto Contador, su rival en la general.

Paciencia, sabiduría y fuerza. Con ese cóctel de habilidades Purito ganó su tercera etapa y se confirmó como un líder sólido. Imbatible en los muros como los del Rapitán y Ézaro y también en los puertos duros y largos como Ancares, donde fundió a Contador en otro final explosivo en el que el madrileño claudicó ante la pujanza del catalán por 5 segundos.

No lejos de los grandes protagonistas de la etapa, Alejandro Valverde (Movistar) mantuvo el tipo y sólo perdió 13 segundos, sin embargo el palo fue mayor para el británico Chris Froome, quien poco a poco va tirando la toalla, no sin luchar hasta la extenuación. Sufrió en el ascenso y cedió en meta 38 segundos, lo que le permite mantener la tercera plaza de la general, empatado con Valverde, ambos a 1.41 de Purito, que a su vez aleja a Contador a 22 segundos.

El diablo de Pinto, que no pudo rematar la etapa después del control eterno de su equipo y de su ataque a 2 kilómetros de meta, sigue estando cerca del líder, pero Purito está empeñado en demostrar que no sólo es favorito por el hecho de vestir de rojo, sino porque está en un momento dulce, lleno de confianza y seguro de sus fuerzas.

Por eso ganó la etapa. Pasó por dificultades en la subida final, pero "¿quien ha dicho que no paso los puertos largos?", se preguntaba Purito. Claro que los pasa, pero el secreto en los Ancares era ahorrar energías para quemar la traca en su momento. No se cebó con la erupción de Contador, le dejó marchar, estudió la situación, vio que su rival iba justo y le alcanzó a 300 metros de meta. Escenario ideal. El remate de la victoria se gestó a un hectómetro de la pancarta. "He llegado muerto", dijo tras vencer.

Si alguien tenía la etapa y el liderato en la cabeza en la salida de Palas de Rei, ése era Contador. Llegaba su día, su terreno, el primer asalto en los puertos que necesita, más allá de los muros y repechos mortíferos tipo Ézaro. Su equipo, el Saxo Bank, lo dejó claro desde que en el ascenso al primero de los cinco puertos del día, al Alto de Castro, empezó a gestionar la numerosa escapada de 16 corredores que se había formado.

En esa fuga se metió el rey de la montaña francés David Moncoutié, y un grupo de españoles con Javi Moreno, Txurruka, Gárate y Losada, este último compañero de equipo de Purito. Los hombres de Contador estabilizaron la fuga en los tres minutos, pero no fue hasta las cuestas de la Folgueira de Aigas (primera categoría) cuando el ritmo de caza y de desgaste se hicieron patentes.

Fuga condenada, pero Alberto Losada (Katuisha) prefirió resistir en solitario hasta el Puerto de Ancares, donde llegó en solitario, como enlace de su jefe de filas. En ese punto, ya sin equipo, Contador se enfrentó al mundo con sus propias fuerzas. Un primer ataque en seco anuló la avanzadilla y puso en alerta al líder, Valverde y Dani Moreno. También alertó de la debilidad de Froome.

Un juego de miradas paró la subida y permitió al británico unirse al grupo, pero al segundo hachazo de Contador tiró la toalla. Se fue solo el líder del Saxo Bank, a recoger el premio al trabajo de todo el día a 2.000 metros de meta, instalada a 3 kilómetros de la cima real, que está a 1,650 metros.

La mutilada subida, no obstante, hizo retorcerse a los gallos de la carrera. A unos más que otros, claro. Cuando parecía que Contador iba a volver a saborear las mieles del triunfo, vio de reojo el maillot rojo del jefe de la Vuelta. Mala cosa, porque verlo y ver cómo se le escapaba como una bala fue todo uno. Joaquim en estado puro. Un líder de verdad. No estaba muerto, estaba "de parranda".