El Real Madrid venció 3-0 al Celta y reforzó su liderato de la Liga española de fútbol gracias a un triplete de Cristiano Ronaldo, que llevó a su equipo hacia su decimoctavo triunfo consecutivo entre todas las competiciones. Agarrado a la voracidad del portugués, el equipo blanco igualó un récord de victorias seguidas fijado en 2006 por el Barcelona de Frank Rijkaard. Cristiano Ronaldo acudió al rescate de los blancos con tres goles, uno de ellos gracias un discutido penal, y el Real Madrid lo agradeció para sumar un nuevo triunfo. Sin jugar su mejor fútbol, al equipo de Carlo Ancelotti le bastó para mantener su ritmo arrasador. 

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El Celta actuó con la osadía que le pide su entrenador, el argentino Eduardo Berizzo. Llevó la presión muy arriba y cuidó el balón, lo que complicó mucho a un Real Madrid que no supo poner la pausa requerida ante la tentación de jugar al espacio. El equipo blanco echó de menos a Isco, ausente por lesión, porque le faltó manejo en la medular. Pero creó un buen número de ocasiones en la primera parte, siempre con los mismos protagonistas: Cristiano Ronaldo y Sergio, el buen arquero del Celta. El Real Madrid acumuló hasta cinco oportunidades antes del descanso, pero hizo el gol en la que menos mereció, con un penalti que no existió sobre Cristiano Ronaldo. Ocurrió a los 35 minutos; el portugués lanzó y marcó.

La segunda mitad comenzó con un buen disparo del chileno Fabián Orellana y la lesión de James Rodríguez, aparentemente muscular. Ante la falta de efectivos en el mediocampo, el Real Madrid pasó a jugar con el lateral Dani Carvajal en la posición de volante derecho y acabó el encuentro con Marcelo adelantado en la otra banda. El Real Madrid no lo pasó bien, pero Cristiano Ronaldo acudió al rescate. En una jugada enredada, el portugués cazó un balón y fusiló a la red a los 65 minutos. El Santiago Bernabéu gritó: "Cristiano, Balón de Oro".

Ahí acabó la emoción de un partido que quedó para que Cristiano Ronaldo completara su triplete. Fue a los 81 minutos tras una asistencia de Marcelo. Cuando el portugués abandonó el campo, a cinco minutos del final, recibió una ovación clamorosa.