Chris Froome puso fin a las hipótesis que apuntaban que había una bicefalia en el seno del Sky. El ganador de las dos últimas ediciones del Tour recuperó el maillot de líder y sacó ventaja a todos sus rivales, incluido su compañero de equipo Mikel Landa, el plan B de la formación británica.

El día en el que la caravana del Tour conjeturaba con la posibilidad de que el Sky estuviera jugando la baza de Landa, Froome dio un golpe sobre la mesa, comportándose como el verdadero líder del equipo y situado en la vanguardia del pelotón.

En el repecho final que conducía a la meta de Rodez, Michal Kwiatkowski lo escoltó en los primeros puestos del pelotón, una posición perfecta para no quedarse cortado como les sucedió al resto de sus rivales, que perdieron una veintena de segundos.

En un Tour tan cerrado "cada segundo cuenta", proclamó el británico, sonriente como un niño que ha recuperado su juguete perdido, de nuevo brillante de amarillo, de nuevo capo de la carrera tras dos días en los que había cedido el liderato a Fabio Aru (Astana).

Landa, mientras tanto, caminaba solo entre el pelotón y se quedó cortado para perder 14 segundos en la meta.

La bicefalia estaba más en los corrillos que en el Sky, aseguró su director deportivo, Nicolas Portal, quien en ningún momento dudó de la fuerza de Froome, y dijo que su desfallecimiento en la etapa de Peyragudes respondió a un problema de alimentación puntual.

Portal afirmó también que Landa no rompió la disciplina del equipo y que su escapada en los Pirineos era un golpe táctico planificado para mejorar en la general.

Resta por ver cómo se afronta la tercera semana de la carrera, en la que los Alpes podrán trastocar la general. Para Stephen Roche, ganador del Tour de 1987, el Sky "tiene dos cartas en su mano y eso le da ventaja frente a otros, que a duras penas tienen una". Habrá que esperar para saber si esa ventaja inicial no se torna en un nuevo quebradero de cabeza.