Sin estridencias y con un perfil tan bajo como elegante, Ernesto Valverde se reivindicó como técnico del Barcelona con una goleada en casa del Real Madrid, en un partido en el que dejó su sello.

Valverde llegó al Barcelona después de una temporada aciaga para el conjunto azulgrana, en la que sólo ganó la Copa del Rey, y con muchas dudas por resolver. Principalmente su capacidad para ser competitivo y con un baile sufrido en el primer compromiso de la campaña, justo ante el Madrid. Pero fue resolviendo la duda según avanzaba la temporada hasta llegar a un escenario tan monumental como el coliseo blanco.

Tres goles en el clásico y 14 puntos de ventaja sobre el Madrid en la Liga son suficientes argumentos para reivindicar a un equipo sólido y excelentemente trabajado, el único junto al Manchester City que permanece invicto en las grandes Ligas.

El inicio de Valverde fue complejo. Primero se quedó sin Neymar. Llegó Dembele, que permaneció casi inédito hasta el momento por una lesión. Así que el técnico tuvo que reconstruir su esquema.

Y luego llegó la Supercopa de España, en la que el Barcelona perdió por un global 5-1 precisamente ante el Madrid. Valverde todavía buscaba a qué jugar, así que comenzó a edificar desde la defensa. O más bien desde el sistema defensivo. El plantel creyó en sus ideas y en el esfuerzo. Ahora se puede decir que su presión es una de las más efectivas del mundo.

El resto lo dejó para el talento, y particularmente el de Leo Messi. Valverde decidió dar completa libertad al argentino, que está rindiendo a su mejor nivel. Aparece por todas las zonas del campo, y generalmente para decidir.

Pero Valverde no sólo está dejando su sello en el banquillo, también está representando mejor que nadie la imagen del Barcelona. Tres años con Luis Enrique provocaron muchas fricciones con la prensa por el difícil carácter del asturiano.

Por todo ello, el preparador azulgrana fue uno de los grandes triunfadores del clásico, cuyo examen superó con sobresaliente.