La pelota de papel

El bueno, el feo y el malo

  • El primer tercio de la Liga depara a un Real Madrid que aplasta récords y hasta rehabilita a Casillas. El Barça, con más puntos que bienestar. El Atleti, agazapado y a gusto con su rol.

La Liga acaba de cruzar su primer tercio. El imperial Real Madrid de Ancelotti trata de ser ajeno a la catarata de elogios por sus 16 victorias consecutivas en partidos oficiales. Él marca el paso. Merece el titular en caracteres bien gruesos. Pero Barcelona y Atlético, sin tanta literatura -tantos goles-, aguantan el ritmo cerquita.

El bueno

Hace un año, a estas alturas, el Madrid tenía sólo dos puntos menos que hoy, 31 por 33. Pero era tercero, con seis menos que el Barça y a cuatro del futuro campeón, el Atlético. Esta campaña, volvió a verse relegado demasiado pronto. Perdió en las jornadas segunda y tercera ante Real Sociedad y Atlético. Todo cambió con aquel 2-8 en Riazor. Abrió la racha sobre la que aún cabalga: diez victorias seguidas en la Liga con 43 goles (4,3 por encuentro). Lo más parecido a una apisonadora. Y si Cristiano es cada vez más Cristiano, que lo es, la mejor noticia para Florentino Pérez es que el equipo no depende del irresistible poder del luso: Benzema, Bale, James, Isco... Todos bailan al son que marca la partitura de Ancelotti. El son de la naturalidad. Con Kroos a la batuta. El alemán es un reloj infalible que ha hecho olvidar a Xabi Alonso. Hasta Casillas, como se confirmó en La Rosaleda, espanta los fantasmas que lo han venido mortificando desde que los soltó Mourinho en el vestuario.

El feo

Hay una ley no escrita, pero de absoluto valor empírico, que reza que es imposible que a Real Madrid y a Barcelona les vaya genial al mismo tiempo. Y como el madridismo vive días de vino y rosas que invitan a sus hagiógrafos a desempolvar los registros de la época de Di Stéfano y Puskas, en la otra acera las sensaciones vuelan mucho más bajo que las matemáticas. El Barcelona sólo está a dos puntitos de desventaja, ni una victoria de distancia cuando aún queda el clásico en el Camp Nou. Pero el bienestar del aficionado azulgrana no es el del merengue. Anda inquieto por la inestabilidad presidencial, las dudas sobre la capacidad de Luis Enrique para agarrar con decisión las riendas de ese vestuario y, sobre todo, por los mensajes que destilan la insatisfacción de Messi, quien olfatea que en su Barça, en el que lo ha tenido con el 10 a la espalda, puede que cualquier época pasada fuera mejor.

Si en el Real Madrid relucen los goles que marca, en el Barça destacan los que encaja. Sólo 6 en 13 jornadas. Y concentrados en cuatro partidos: tres tantos el Real Madrid y uno Almería, Celta y Sevilla. Es curioso, pero en esta vital faceta también las cifras no casan con las sensaciones. El equipo no manda en los partidos como puede colegirse de sus fantásticos registros defensivos. Gran noticia, no obstante, es que Piqué haya salido del rincón de los castigados y se vaya acercando a su nivel habitual. Gana el equipo atrás... y en el inicio de las jugadas, ese otro rompecabezas que quita el sueño al inexperto entrenador asturiano, que no para de experimentar con combinaciones en la medular para dar fluidez al juego y aprovechar el fabuloso arsenal que tiene arriba con el tridente Luis Suárez-Messi-Neymar. ¿Y no será que jugar con tres delanteros tan puros menoscaba la gestación del juego y el equilibrio?

El malo

Mientras, Simeone sigue a lo suyo, hablando del Valencia y el Sevilla antes que de sus antecesores en la tabla. Pero con su equipo agazapado, como los indios de los westerns, y convenciendo a todos de que hay vida después de Courtois, Filipe y Diego Costa. Con su firmeza atrás, su capacidad para jugar al límite de las reglas... y su fabulosa pegada a balón parado. De sus 25 goles en la Liga, 14 llegaron bajo esta vía: 7 en remates tras una falta y otros siete al botar un saque de esquina. Su juego es prosaico, pero su cuenta de resultados es óptima.

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