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La carrera de la historia

  • El relevo estadounidense de 4x100 metros logra el oro, con un récord mundial estratosférico (3.08,24) · Jason Lezak remonta en los últimos metros y permite que Phelps continúe su sueño

Un héroe, una hazaña, un sueño: difícil olvidar la mañana del 11 de agosto de 2008 en Pekín, el día en que la natación ofreció la "carrera perfecta".

El oro de Estados Unidos en los relevos 4x100 libre dejó historias para hablar por años. Se hablará de la sorprendente explosión de un veterano de 32 años como Jason Lezak, que se tomó revancha de dos frustraciones olímpicas consecutivas. También de un récord mundial de otro planeta. Y se hablará, quizás, de que fue gracias a la fuerza de Lezak que Michael Phelps se convirtió el domingo 17 de agosto en la máxima figura histórica de la natación al ganar ocho medallas de oro en unos Juegos Olímpicos.

"La de hoy fue una sensación irreal, porque formé parte en 2000 y 2004 de los relevos que se llevaron plata y bronce. Estados Unidos es tradicionalmente una potencia en los relevos, pero no nos consideraban favoritos. Es fantástico", explicó Lezak, que en 46,06 segundos cambió por completo su vida.

Fue el tiempo que necesitó para quebrar al francés Alain Bernard, gran figura de la velocidad, recuperar la diferencia que tenían los europeos sobre los norteamericanos y, en el último instante, demostrar cuán importante es saber llegar, lo vital que es pulir la técnica de la última batida, la última brazada para que la pared certifique que uno está ahí, en la meta.

"Sentí que lideraba, sabía que tenía que acelerar, pero se hizo más difícil", reconoció el musculoso Bernard, que primero vio cómo Lezak le comía en los últimos 30 metros la considerable ventaja que acumulaba y después vio cómo los pequeños azulejos blancos que señalan la meta se negaban a ser tocados por sus dedos, en una estirada inútil por mal calculada.

Los franceses, que saborearon la victoria hasta el final, intentaron encontrar explicaciones.

"El toque final marcó la diferencia. La experiencia se impuso al talento", analizó un sereno Frederick Bousquet, que le vio el lado positivo a la cosa: "Estamos cuatro segundos por debajo de nuestro mejor tiempo. Si alguien nos decía hace un año de firmar la medalla de plata, lo hacíamos".

Estados Unidos se llevó el oro con un tiempo de 3.08,24 minutos, récord mundial que tritura la marca anterior, los 3.12,23 del domingo en la clasificación para la final.

Francia registró un tiempo de 3.08,32 minutos, una marca tan estratosférica como amarga para los bleus. Australia fue bronce con 3.08,91.

Los registros dan una idea de la notable final vivida en la gris mañana de Pekín por miles de espectadores en el Cubo de Agua. Además de Estados Unidos, Francia y Australia, también Italia y Suecia rompieron el récord mundial vigente hasta la carrera.

"Me emocioné mucho con la victoria, estaba entusiasmado", señaló Phelps, que no dudó en elogiar a su compañero Lezak: "Cerró la carrera mejor de lo que siquiera podíamos pedirle, sus últimos 15 metros fueron increíbles".

Por un largo rato, la final pareció francesa. Tras el furioso arranque del australiano Eamon Sullivan, Bousquet había desequilibrado la carrera con sus 46,63 en el tercer relevo. Pero entonces llegó Lezak para el cuarto, embutido en un Speedo de cuerpo entero para dejar con la boca abierta a todo el mundo: 46,06.

"No se pueden trasladar tiempos de los relevos al individual, esto no funciona así", atajó Lezak tras la carrera. Pero su confesión de que nunca había bajado de los 47,3 en una manga de relevos da una idea de lo que logró en la piscina.

"No voy a mentir. Cuando vi a Bernard en los últimos 50 metros por delante de mí me dije: 'No hay manera, él es velocísimo'. Pero entonces pensé: '!Qué estás diciendo! Son los Juegos Olímpicos, estoy compitiendo aquí para los Estados Unidos de América!'". "En serio, pensé todo eso en cinco segundos", agregó Lezak, casado con la ex nadadora mexicana Daniela De Alva, bronce en los Panamericanos de Santo Domingo 2003.

Garrett Weber-Gale, dueño del segundo relevo estadounidense, confiaba en Lezak: "Estaba convencido de que si había alguna persona en este mundo que podía hacer esto, ése era Jason. Se lo vi en la cara".

"Nunca en mi vida vi algo así. Fue increíble", dijo Eddie Reese, entrenador de los relevos estadounidenses. "Ayer había dicho que esperaba bajar el récord mundial por dos segundos. ¿Pero cuatro? Esta carrera fue de otro mundo".

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