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El consuelo del amarillo provisional

  • El ciclismo francés celebra el liderato de Voeckler, tras 26 años sin ganar la ronda

El ciclismo galo celebra estos días el liderato en el Tour de uno de sus corredores predilectos, Thomas Voeckler. Esta alegría provisional sirve de antídoto para olvidar los 26 años de sequía de títulos en la ronda que organizan hace más de un siglo ya.

Desde que en 1985 se impuso Bernard Hinault, el himno francés no ha vuelto a sonar en los Campos Elíseos durante la ceremonia del podio de París. Demasiado tiempo para el país anfitrión. Las teorías se multiplican sobre el motivo por el que los ciclistas locales no logran imponerse en la carrera más importante del mundo, pese a contar con el apoyo masivo del público.

"El ciclismo francés se ha especializado en guerreros de la carretera como Voeckler o Sylvain Chavanel. No hay corredores capaces de luchar por la general", afirma el director del Tour, Christian Prudhomme.

Pero los equipos tienen prisa por buscar a su campeón. Las formaciones francesas tienen que destacar en el Tour, porque la mayor parte de ellas llega con invitación y no se pueden permitir el lujo de pasar desapercibidos.

Por ello, los aficionados viven con cierta impotencia que su hombre más carismático se vea obligado a admitir que lleva la prenda amarilla de líder de forma provisional. "La voy a defender con uñas y dientes, pero es seguro que la voy a perder", confiesa Voeckler. Pero la teoría que más arraigo tiene entre los franceses es la de que sus ciclistas se enfrentan a rivales de países donde la lucha contra el ropaje es mucho menos severa que en su país. "La armonización mundial en la lucha contra el ropaje está muy lejos de ser una realidad", afirma Prudhomme.

Al menos, el ciclismo galo tiene ya puesta su vista en la persona que considera está llamada a acabar con su sequía de triunfos en el Tour: el campeón del mundo juvenil Le Gac. Tiene 17 años y una carga enorme a sus espaldas.

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