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La coronación del número 1

  • Un Djokovic arrollador tumba en cuatro sets a Nadal, que nunca encuentra su mejor nivel en la pista central londinense · El serbio se hace con su tercer torneo de Grand Slam y se estrena como rey de la ATP

El serbio Novak Djokovic se confirmó como el indiscutido nuevo líder del tenis mundial al derrotar ayer al español Rafael Nadal para conquistar por primera vez el torneo de Wimbledon.

Djokovic, desde hoy número uno del mundo, batió a Nadal, defensor del título, por 6-4, 6-1, 1-6 y 6-3, para convertirse en el primer jugador en la historia de su país en ganar el torneo de tenis más prestigioso del mundo.

Nadal, que ganó hace un mes Roland Garros, sufrió su quinta derrota consecutiva del año en finales con Djokovic y perdió por primera vez en un partido de Grand Slam contra el serbio.

Djokovic elogió a su rival tras conquistar su octavo título en una temporada en la que lleva 48 victorias y apenas una derrota.

El día, nublado, caluroso, pero con oleadas de viento fresco, era raro, y la final también lo fue. Un potente "I love you, Rafa!" lanzado desde la tribuna por un hombre fue el único momento relajado para el español, que enseguida se encontró con la mejor versión posible de Djokovic, que ya es bastante decir.

Una derecha enganchada del español que se fue por dos metros le había dado el 1-0 a Djokovic. En un partido tenso, totalmente equilibrado y sin pelotas de rotura de servicio, Nadal buscaba sorprender de tanto en tanto con zarpazos de drive paralelo, pero el serbio llegaba a todo.

"You are a genious, Rafa. A genious!", volvió a gritarle el fan al español. Pero el verdadero genio en la cancha era Djokovic, que aprovechó magistralmente la primera oportunidad que tuvo.

Un segundo servicio puso a Nadal a la defensiva para provocar un break point, y otro segundo saque anticipó el desenlace: derecha paralela de Nadal que se fue por nada y 6-4 en 42 minutos. Djokovic festejó con un grito mientras Nadal contrajo el gesto y se fue rápido, mirando el piso, a su silla.

El segundo set asombró a todos. Nadal quedó rápidamente 3-0 abajo, lo que significaba que había perdido cinco juegos consecutivos, algo inédito en la edición de este año para el español. Un punto, en el segundo juego, sintetizó el momento de dominio absoluto del serbio: Nadal llegó a una pelota corta, lanzó el toque en la red, y, mientras le iba pegando ya supo que se había equivocado. Djokovic llegó, cruzó el tiro y dejó al español girando como un trompo del otro lado de la red, viendo pasar la pelota hacia su izquierda cuando él iba hacia la derecha.

Un rato más tarde, desde el suelo, Nadal vio pasar un tiro más de Djokovic, fulminante, a una esquina al que ya ni intentó llegar. Toda una rareza en él, la de quedarse clavado e impotente.

Un par de escopetazos de derecha resolvieron el set por 6-1 a favor de Djokovic. No parecía haber solución para Nadal. Pero el tenis muchas veces da sorpresas, y tras casi una hora y media de juego Nadal lograba su primer break point. Increíblemente, Djokovic erró un revés fácil, un paralelo ya metido en el cuadrado de saque, y le dio a Nadal el break y el 2-0. Era la primera duda del serbio en todo el partido.

Las nubes, más cargadas, amenazaban, y el techo corredizo se movía imperceptiblemente.

"¡Vamos!", gritó a las 16:49 Nadal al meter un ace con un saque bien esquinado y a 159 kilómetros por hora para ponerse 4-1. Una doble falta dejó a Djokovic 5-1 abajo y tras 104 minutos de juego, Nadal sacaba abierto al revés del serbio para definir de derecha suave al otro lado y llevarse el set por 6-1.

El juez de silla Carlos Bernardes abrió la caja metálica verde a su izquierda y habló por teléfono. La temperatura había bajado un par de grados y las nubes estaban cada vez más cargadas.

Nadal parecía nuevamente Nadal, dominaba desde el fondo. ¿Había esperanzas para el defensor del título? No, se acabaron en el segundo juego, al fallar varios tiros. Eran las 17:43 y el revés de Nadal se iba largo. Djokovic caía de espaldas para celebrarlo, el presidente de su país, Boris Tadic, alzaba los puños en la tribuna y el tenis confirmaba que la cima es de uno y la lucha, en la recta final de la temporada, al menos de tres.

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