Liga de Campeones

Un duelo por todo o nada

  • El Atlético busca el más difícil todavía en su visita al temible Bayern de Guardiola. El gol de Saúl Ñíguez en la ida es un tesoro para los rojiblancos.

El Allianz Arena de Múnich albergará hoy uno de los partidos más intensos, emocionantes y atractivos que pueden verse en el fútbol europeo, cuando Bayern y Atlético se midan en la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones. El duelo entre alemanes y españoles lo tiene todo: una final de la máxima competición continental como premio, un desenlace incierto tras el 1-0 en la ida, un partido entre los dos técnicos más carismáticos del momento, un choque de estilos radicalmente opuestos y un escenario imponente. 

 

Como siempre que juega el Bayern, el estadio teñirá de rojo el cósmico caparazón que lo rodea, pero en esta ocasión, el color no podía ser más apropiado para ambientar una noche que los fans locales quieren convertir en un infierno para los hombres de Diego Simeone. Y no hay duda de que los hinchas bávaros saben cómo hacerlo. 

 

Ni un asiento estará vacío, como es habitual, en el Allianz Arena, un estadio que ruge como pocos cuando el equipo logra transmitir emoción a la grada. Y si no que se lo pregunten al Barcelona que salió goleado por 4-0 en la ida de las semifinales de Champions de 2013, cuando el Bayern de Jupp Heynckes aceleraba hacia el triplete. 

 

Tres años después, sin embargo, la situación es muy distinta. En el banco local se sienta Josep Guardiola, el gurú del fútbol de toque, el hombre que llegó a Múnich para llevar a los bávaros a otro nivel, el técnico que se ha desgastado en una dura pelea por romper con conceptos arraigados desde hace décadas en la cultura futbolística alemana. 

 

El español lo ha ganado todo a nivel local, pero le falta culminar su obra con una Champions, torneo en que se ha quedado en sus dos años anteriores en semifinales. En ambos casos cayó jugando la vuelta en casa, con una derrota por 0-4 ante el Real Madrid y con una victoria por 3-2 ante el Barcelona que no sirvió para revertir el 3-0 de la ida. Mientras no levante el título europeo, Guardiola y sus métodos estarán bajo sospecha en la capital bávara. “Sé que si no gano dirán que el trabajo no está completo. No me queda otra que aceptarlo”, dijo el catalán, resignado a cumplir con su papel de entrenador estrella. 

 

Es su última oportunidad, porque a partir de la próxima temporada se hará cargo del Manchester City, así que el partido de hoy es un examen que marcará por siempre su paso por Alemania. Es un examen que podría ser incluso más difícil que la misma final del 28 de mayo en Milán, donde el rival será el ganador del duelo entre Real Madrid y City. 

 

Pocos equipos igualan la potencia de fuego del Bayern, que tiene en punta a un hombre de la clase de Lewandowski. Pero quizá ninguno en el mundo puede compararse con la capacidad defensiva del Atlético de Simeone. El conjunto dirigido por el argentino es quizá el bloque de jugadores más fanáticamente convencido de lo que hace, un grupo de soldados disciplinados a las órdenes de un general al que nadie discute. 

El Atlético es el conjunto que mejor hace todo aquello que más molesta a Guardiola: presión asfixiante, líneas muy juntas, defensa infatigable y concentración del primer al último minuto. Sus últimos cuatro partidos los ganó 1-0 y en Múnich le basta con mantener la portería impoluta. 

Con el césped rasurado a su gusto, Guardiola tendrá un desafío táctico a la altura de su fama. El Atlético sabe que el balón se moverá más rápido que en Madrid y entrenó las ayudas a los laterales, por donde Douglas Costa y Coman son dos puñales. ¿Qué ideará Guardiola? ¿Se arriesgará de nuevo a fracasar dejando a Thomas Müller en el banquillo? 

 

El nombre del finalista también promete ser un interrogante hasta el último segundo de un partido en el que también se dirimen cuentas pendientes históricas: el Bayern derrotó al Atlético en 1974 también de forma cruel –con un tanto agónico que forzó un desempate– en la única final que los rojiblancos habían disputado hasta 2014. No falta nada en uno de los choques más potentes del fútbol actual.  

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