Le dijeron que sólo podía dominar sobre arcilla, y terminó ganando en todas las superficies posibles. Le dijeron que Roger Federer era demasiado grande, y acabó dominándolo tenística y psicológicamente. Pero ahora Rafael Nadal tiene un desafío inédito y un tanto inesperado por la contundencia con que se le plantea: ¿cómo frenar el efecto Nole?
Nadal ya está en España tras abandonar Londres antes de lo previsto junto a toda su familia en la misma noche de la derrota. Su pie izquierdo será analizado minuciosamente, porque algo importante hay allí, y la preocupación es que lo afecte en la recta final de la temporada, ésa en la que el serbio Novak Djokovic pretende cerrar con contundencia los años R, aquellos en los que Nadal y el suizo Roger Federer dominaban el circuito en autoritario duopolio. No se trata de una fractura, aseguran en el entorno del jugador. "No es cierto, no lo es", dijo hoy a dpa Toni Nadal.
El diario británico The Times aseguró que Nadal tiene una mínima "fractura en su pie izquierdo", el mismo que le provocó fuertes dolores durante su victoria de octavos de final ante el argentino Juan Martín del Potro.
Según el periódico, Nadal podría "no jugar por las próximas seis semanas", algo que Toni Nadal niega terminantemente: "No es así, no cambia nada, vamos a jugar en Montreal tal como estaba previsto".
Si es así, hasta el 8 de agosto Nadal tiene menos de cinco semanas para descansar, despejar la mente -"lo necesito", admitió- y ponerse a punto físicamente. Que su temporada se interrumpiera por una lesión sería muy duro para Nadal, que en ese sentido es como el argentino Leo Messi: quiere jugar, siempre, detesta que una lesión le impida competir. Otra cosa es que la realidad la marque sus límites.
Y el límite es Djokovic. Lo que le está haciendo el serbio a Nadal no se lo hizo nadie en toda su carrera. Ni siquiera Federer encadenó cinco victorias consecutivas ante el español, mucho menos en finales de la envergadura de Indian Wells, Miami, Madrid, Roma y Wimbledon.
Hay un problema tenístico, también de nervios a la hora de enfrentar al serbio. Es, por lo tanto, toda una novedad en la carrera de Nadal, que ahora debe trabajar en encontrar soluciones. No le será sencillo, porque hasta su propio entrenador admite su impotencia: "Si tuviera la fórmula para ganarle, ya se la habría dado a Rafa antes de la final de Wimbledon".
Al ex tenista estadounidense Brad Gilbert le asombraba, ya bien entrada la noche del domingo en Wimbledon, que tras 28 partidos Nadal siga teniendo problemas para "leer el servicio" de Djokovic. Tiene razón el ex top ten y analista de la cadena estadounidense ESPN: en la final del domingo la devolución de Nadal pesó muy poco, y sobre esa base el español jugó siempre a la defensiva, dominado por un jugador más veloz, más punzante y más preciso.
¿Será así para siempre? No, dijo Nadal, que a sus 25 años vio ya muchas cosas en el tenis: "Mi experiencia dice que el nivel de Novak hoy no es para siempre".
Y no, dice el mítico entrenador Nick Bolletieri en su columna de en The Independent: "¿Significa todo esto que Novak es ahora el principal hombre en el tenis masculino? No, señor, no lo es, y estoy seguro de que si le preguntas a Djokovic dirá lo mismo. Veo muy igualados a ambos, aunque, en su máximo nivel, sigo viendo una pequeña ventaja para Nadal".
De eso se trata, de identificar la "pequeña ventaja". Bajo el sol de Mallorca, en interminables días fondeando o surcando el Mediterráneo en esos barcos que tanto ama, el desde hoy número dos del mundo seguirá buscándola. La gira estadounidense sobre cemento, si nada se interpone, dirá qué encontró.
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