En enero cumplirá medio siglo y está en uno de los mejores momentos de su carrera. Regresó al circuito tras varios meses en el dique seco por una caída en Sierra Nevada en Navidades y Miguel Ángel Jiménez ha vuelto con más fuerza aún. Cerró líder la segunda jornada del Open Británico hace unas semanas y en la pasada terminó cuarto el Bridgestone Invitational, otro torneo estelar. Ahora encara animadísimo el último Grand Slam de la temporada, el PGA Championship.

En Rochester, el malagueño empezó como un cohete y antes de concluir el hoyo 13, cuando la organización decretó la suspensión temporal por aviso de tormenta eléctrica, iba segundo en la general con -4 después de siete birdies, un bogey y un doloroso doble bogey, si bien este último error no empañó el juego de seda que está exhibiendo desde su retorno.

Con seis hoyos por jugar, Jiménez sólo tenía por delante al estadounidense Jim Furyk, que concluyó con un gran 65 (-5) y al australiano Adam Scott (hoyo 10), en el año de su entrada en el olimpo de los triunfadores al vencer en el Masters. Por detrás, los dos grandes favoritos no llevaban un buen camino. Tiger Woods había finalizado su estreno con uno sobre par, mientras que a Phil Mickelson se le atragantó el arranque y enfilaba el 11 con +2.

Los otros cuatro españoles, cal y arena: Rafa Cabrera Bello (-2) y Sergio García (-1) estuvieron bastante bien, mientras que Gonzalo Fernández Castaño luchaba por acercarse al par (+2) y Pablo Larrazábal hizo un decepcionante +6 y debe recuperar hoy.