Deportes

Entre números

Los años R, aquellos en los que Roger Federer y Rafael Nadal dominaban, siguen ahí, no se acabaron aún. Pero una nueva era se superpone a la de los dos grandes, y la final de Wimbledon de esta tarde (15:00, Cuatro) entre Nadal y el serbio Novak Djokovic será el primer capítulo de esa prometedora historia.

"Vamos a ver qué pasa en la final", dijo Nadal. "Voy a dar lo mejor de mí", añadió, bajándole el perfil a la hazaña que está a punto de intentar.

A Nadal no le gusta recordarlo, pero la historia se le cruza últimamente en cada gran torneo, esos en los que Federer no alza un trofeo desde enero de 2010.

El lunes 13 de septiembre de 2010, en Nueva York, igualó a Donald Budge, Fred Perry, Roy Emerson, Rod Laver, Andre Agassi y Roger Federer como uno de los escasísimos hombres en la historia en triunfar al menos una vez en cada uno de los Grand Slam.

El domingo 5 de junio de 2011, en París, empató con el legendario sueco Bjorn Borg, hasta ese día el único capaz de ganar seis Roland Garros.

Y hoy, 3 de julio en Londres, buscará igualar a Borg y Laver para situarse como el cuarto tenista más ganador de todos los tiempos en cuanto a torneos de Grand Slam. Sumaría 11, y sólo Emerson (12), Pete Sampras (14) y Federer (16) le quedarían por delante.

Nadal jura y perjura que no piensa en los récords, y mucho menos en igualar y superar los 16 grandes de Federer.

"La carrera de Roger es probablemente imposible de repetir. Sería extraño que el jugador que ganó más Grand Slam en la historia se encuentre con que tres o cuatro años más tarde un jugador gana más que el mejor de la historia, ¿no? Así que probablemente eso no suceda".

El tiempo dará su veredicto, pero de los últimos seis Grand Slam, Nadal ganó cuatro, y esta tarde tiene la posibilidad de añadir otro más. Triunfó, además, en diez de las 12 finales de los cuatro grandes que disputó, además de llegar a las finales de Wimbledon 2006, 2007, 2008 y 2010. Ganó las de 2008 y 2010, y en 2009 no jugó por lesión. Ante semejantes números es casi inevitable que se le pregunte por su lugar en la historia. Él dice que prefiere analizarlo una vez que cierre su carrera, algo para lo que a sus 25 años aún falta bastante.

Djokovic, el hombre que a partir de mañana sucederá a Nadal como número uno tras siete años y medio de duopolio de las dos R, tiene argumentos importantes para hacer pensar que puede sumar, en su primera final, su primer Wimbledon en un año en el que ganó ya el Abierto de Australia y otros seis torneos.

"Quiero ganar Wimbledon", dijo ayer el serbio de 24 años, que lleva 47 victorias y apenas una derrota en 2011. "Es, sencillamente, algo con lo que sueño desde siempre". "Ante Rafa, si quiero tener alguna posibilidad de ganar esta final, debo sacar bien y ser agresivo. Ése es el plan de juego", declara convencido.

El plan de Nadal, que jugará con el talón izquierdo anestesiado, pasa por mantener en todo momento "la intensidad" ante un rival que, paradójicamente, le planteó este año más dificultades sobre arcilla que en superficies rápidas.

El balance de enfrentamientos personales marca un 16-11 a favor de Nadal, que este año perdió las finales de Indian Wells, Miami, Madrid y Roma con el serbio.

"Las cuatro veces que gané ante él este año probablemente me ayuden de alguna manera antes de este partido", dijo Djokovic, que se apoya en una renovada fortaleza física y mental y una dieta de la que eliminó el gluten para la notable temporada que está viviendo.

"Djokovic es leve favorito", aseguró Toni Nadal, tío y entrenador del campeón español. "Pero Rafael viene jugando a un muy buen nivel", puntualizó.

Porque Rafael está en su salsa. Suele comentarle a sus amigos que Wimbledon es especialmente peligroso para él en los primeros dos o tres partidos, cuando el césped aún reina y correr en la línea de base es más complicado.

Pero una vez que la hierba es arrasada tras miles de pisadas y decenas de horas de juego, sólo queda la tierra compactada en la base. Nadal juega entonces en el All England con la misma confianza con que lo hace en el Bois de Boulogne. Y ya se sabe de lo que es capaz cuando la tierra se funde con sus pies.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios