El Barcelona afronta el segundo parón por culpa de los compromisos de las selecciones nacionales de una forma muy diferente a la de hace casi un mes, cuando el equipo perdió en su estreno liguero ante el Numancia (1-0) y en el entorno ya empezaba a cuestionarse el proyecto de Josep Guardiola. Quince días después, el Barça no pudo quitarse el mal regusto que le dejó la derrota en Los Pajaritos con un empate en el Camp Nou ante el Racing de Santander (1-1) y el debate futbolístico en torno a las prestaciones del conjunto azulgrana no paró de crecer.

Muchas cosas han cambiado desde entonces. Los seis triunfos consecutivos, algunos tan convincentes como las goleadas de El Molinón o la última ante el Atlético de Madrid (ambas por 6-1), sin duda han contribuido a ello.

Ahora, el conjunto azulgrana afronta un parón plácido, en el que mientras las selecciones juegan sus partidos de clasificación para el próximo Mundial, en la capital catalana sólo se hablará del gran momento de forma por el que atraviesa el nuevo Barça.

Frank Rijkaard, el predecesor de Guardiola en el cargo, sabía perfectamente lo importante que era, para la estabilidad del club en general y de su equipo en particular, ganar los compromisos previos -más que los posteriores- a un par de semanas sin fútbol.

De hecho, en las dos últimas campañas -las más cuestionadas del técnico holandés en el banquillo- el Barcelona venció los seis encuentros inmediatamente anteriores a la diáspora de sus internacionales. En la 2006-07, el Barça se impuso a domicilio al Celta de Vigo (2-3) en la primera jornada de Liga, al Atlethic de Bilbao (1-3) en la quinta y al Recreativo de Huelva en la vigésimo séptima. En la 2007-08, ganó en el Camp Nou otra vez al Athletic (3-1) en la tercera jornada, al Atlético de Madrid (3-0), en la octava y al Alcoyano a domicilio (0-3) en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. En la 2006-07, Rijkaard también ganó los tres encuentros siguientes a una fecha FIFA, los tres como local, contra Osasuna, Sevilla y Deportivo.