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El pastor que debe guiar al nuevo Real Madrid

  • Kaká se aleja de la habitual vanidad de los 'cracks' y su sólida fe religiosa marca su imagen

Lo tiene todo para ser presa fácil de la vanidad. Gana mucho dinero, tiene fama, es guapo, su imagen se asocia a la elegancia y es una de los grandes astros del fútbol mundial. Kaká, nuevo jugador del Real Madrid, es considerado, sin embargo, un ejemplo de humildad gracias a sus convicciones religiosas.

El mediapunta destaca no sólo por su talento con el balón en los pies, sino también por su corrección y por sus valores, lo que también es motivo de atracción mediática y publicitaria.

El brasileño es el niño bueno del fútbol mundial. Al contrario de la mayoría de sus compatriotas que se destacaron en las canchas internacionales, Kaká no fue rescatado de la pobreza por el fútbol, no es adicto de fiestas nocturnas, ni es un bad boy.

Y ser bueno también vende. Si no, que se lo digan a la marca deportiva Adidas y, sobre todo, a la firma de moda Armani. Milán aparecía -al menos hasta ayer- poblada de carteles con la imagen del futbolista y su sonrisa cándida con los famosos diseños italianos.

Desprende un aura de perfección que le hace un héroe algo distante quizás, pero diferente. Las palabras "Dios" y "Jesucristo" pueblan su discurso. Ante millones de espectadores que contemplaron sus éxitos con el Milan, lució con orgullo una camiseta con el mensaje "I belong to Jesus" (Pertenezco a Jesús).

En 2000 sufrió un accidente en un parque acuático, se fracturó una vértebra cervical y durante unos días todos temieron que se quedara parapléjico. Kaká se recuperó plenamente y, desde entonces, cada vez que marca un gol levanta los brazos al cielo en un gesto de agradecimiento.

En 2005 se casó con Caroline Celico. Ambos seguían siendo vírgenes, un reflejo de su rígida formación religiosa. Ahora ya tienen un hijo, Luca, de apenas un año.

El Real Madrid es ahora su meta. Sus planes a largo plazo no parecen incluir el fútbol, sino la religión: tras abandonar las canchas, sueña con convertirse en un predicador religioso, en un pastor.

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