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El premio no es sólo Wembley

  • Cuarto clásico y último El Barcelona parte con una ventaja sustancial para prolongar su dominio sobre el Real Madrid un año más Máxima tensión Los vídeos de una y otra parte han agriado aún más un ambiente demasiado caldeado

Después de los exabruptos, los vídeos y las denuncias ante la UEFA, el fútbol tiene la palabra. El último de la intensa y extenuante serie de cuatro superclásicos entre Barcelona y Real Madrid decidirá hoy quién es el mejor.

Los noventa minutos -si no hay prórroga- del partido de vuelta de la Liga de Campeones en el Camp Nou definirán cuál de los dos gigantes del fútbol español, que han dominado la temporada de forma tiránica, se sube a lo más alto del podio. Con la Liga prácticamente en manos del Barcelona y la Copa del rey en poder del Real Madrid, la Champions inclinará finalmente la balanza de uno u otro lado.

El Barcelona parte con ventaja tras el 0-2 que logró en la ida en el Santiago Bernabéu. Nunca cayó el equipo azulgrana con una renta así en un duelo a doble partido en Europa.

Pero si hay alguien capaz de una gesta así es el Real Madrid. "Un equipo que tiene nueve copas de Europa jamás da una eliminatoria por perdida, estoy convencido de eso", dijo el entrenador del Barcelona, Josep Guardiola.

El equipo blanco ganó 2-0 en el Camp Nou en la ida de otra semifinal de Champions, en 2002, camino del título de campeón europeo en Glasgow. A ese espíritu deberá apelar un José Mourinho que se presentó derrotado en su polémica rueda de prensa del miércoles.

"El Real Madrid está eliminado de la Champions", dijo el técnico blanco tras el partido de ida, en el que una expulsión de Pepe cuando el marcador aún estaba 0-0 desató su lado más irascible.

Mourinho, que vio la roja por sus gestos despectivos al árbitro y no podrá estar hoy en el banquillo del Camp Nou, cuestionó las victorias del Barcelona e insinuó conspiraciones de la UEFA en su contra.

La tensión, alta ya de por sí en duelos entre los eternos enemigos, se disparó aún más con denuncias cruzadas en la UEFA. El Barcelona se queja de la agresividad blanca, el Madrid de las simulaciones sobre el campo de los azulgrana.

En este ambiente llegó a la fría y lluviosa Barcelona el último acto de la tetralogía de clásicos en 18 días. La relación entre los jugadores de ambos equipos, en los que hay muchos campeones del mundo con España, está deteriorada. La de los técnicos es inexistente. Y las directivas mantienen silencio mientras sus departamentos de marketing elaboran vídeos incendiarios.

El ruido dejará hoy paso al fútbol cuando el belga Frank de Bleeckere señale el comienzo del partido. Será entonces cuando, más que nunca, se ponga a prueba la capacidad de Mourinho como entrenador.

Su plan anti Barça, que tan bien funcionó en la final de Copa, fracasó en la ida de la Champions. La necesidad de remontar le obliga a modificar su sistema preferido, basado en la renuncia al balón y la presión defensiva en busca del contragolpe.

No podrá contar además con Pepe, la pieza clave en su trivote en el centro del campo, ni con Sergio Ramos, ambos sancionados. El portugués podría optar por una alineación muy parecida a la que perdió 5-0 en la ida de la Liga en el Camp Nou, con Xabi Alonso y Lassana Diarra como medios centro defensivos, Özil algo más adelantado y un tridente arriba formado por Di María, Cristiano Ronaldo y Adebayor.

En el Barcelona nadie duda del sistema. Su apuesta por el balón nunca varía. La duda está en saber si Iniesta estará a punto para unirse a Xavi y Sergio Busquets en el centro del campo.

Por arriba son fijos Villa, Pedro y Messi, mientras que en la defensa, protegiendo a Víctor Valdés, estarán probablemente Daniel Alves, Mascherano, Piqué y Puyol.

El premio no es sólo la final de la Champions el 28 de mayo en Wembley. Si los catalanes ganan, su hegemonía sobre el Real Madrid se prolongará un año más. Si ganan los madrileños, truncarán de forma brillante, al menos por un año, el ciclo aplastante del Barça de Guardiola y Messi.

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