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El registro de un 'outsider'

  • Peter Sagan es un ciclista atípico que resta relevancia a su posible sexto maillot verde seguido en París

Peter Sagan es el menos convencional de los ciclistas. El eslovaco, que ganó su octava etapa en el Tour, no entra en ninguna de las casillas ni cumple ninguno de los ritos. Pero encandila al pelotón por su carisma y su clase.

Nada es como se espera en el campeón del mundo. Ni su forma de ganar, después de que se le saliera el pie del pedal casi en la meta, ni la forma en la que habitualmente afronta los segundos puestos, siempre con una sonrisa, con una broma.

Sagan se pasea entre los periodistas con una gafas de motocross al cuello, responde con un chiste o gasta una broma a los reporteros, lo que añade a su condición de campeón un toque de ciclista irreverente. "Menos mal que no me ha adelantado Matthews, porque somos buenos amigos", bromeó tras ganar en Longwy por delante del australiano. Ambos viven en Montecarlo y sus esposas, las dos eslovacas, "quedan a veces a tomar un café", asegura el ciclista del Bora antes de añadir: "¿Qué hago hablando de nuestras esposas?".

Sagan ganó en una etapa que le era propicia, con la meta situada en una cota de tercera, ni lo suficientemente dura como para que tuviera que afrontar a los grandes escaladores ni lo suficientemente llana como para medirle a los mejores esprinters.

El eslovaco ha ganado ya en casi todos los terrenos, algo que por el momento no sacia su hambre. Afirma que la motivación le llega de forma natural. Ni siquiera el reto de poder igualar a Erik Zabel, que ganó seis veces el verde de la regularidad del Tour. Sagan lo ha ganado en los últimos cinco, pero no se presiona con ese récord. "No es algo importante. ¿Qué cambiaría en el mundo si gano el maillot verde una sexta vez? Nada. Creo que hay cosas más importantes en la vida", dijo.

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