Roland garros

El tiempo, único límite de Nadal

  • A sus 32 años, el balear reconoce que debe aprovechar cada oportunidad para seguir sumando Grand Slams en su intento de cazar a Federer

  • Su juego requiere un exigente físico

La final de Roland Garros, en imágenes

La final de Roland Garros, en imágenes / EFE

"¿Cómo sabemos cuando alcanzamos nuestro nivel más alto?", le preguntaron Rafael Nadal unos días antes de ganar por undécima vez Roland Garros. "No se puede saber. Si uno cree que ha alcanzado su nivel más alto..., es una mala forma de encarar los siguientes entrenamientos. Seguro que existe el límite, claro, pero no puedo pensar que existe", afirmó el mallorquín.

Nadal, de 32 años, ofreció una perfecta radiografía de su reflexión en su encuentro frente a Dominic Thiem. El título en Roland Garros escribe una nueva página de una historia legendaria que no deja de aumentar. Corona, además, una gira de arcilla que empezó con apenas rodaje tras la lesión de psoas iliaco que lo obligó a retirarse del Abierto de Australia y a perderse los torneos de Miami e Indian Wells a principios de año. Sin embargo, el límite nunca existió para el español, que firmó este año resultados tan notables como los de 2017, cuando volvió a resurgir y ganó dos de los cuatro títulos de Grand Slam de la temporada.

Este año empezó su gira de polvo llevando a España a la semifinal de la Copa Davis, tras una dura serie ante Alemania. Después consiguió su undécima victoria en Montercarlo y en Barcelona, además de la octava consagración en Roma. Y aunque tropezó ante Thiem, su rival este domingo, en los cuartos de final de Madrid, llegó lanzado a la Porte d'Auteuil, donde sólo cedió un set en el camino a su undécimo título. En la historia del circuito masculino sólo tres tenistas más (Roger Federer, Rod Laver y Ken Rosewall, quien le entregó ayer el título) ganaron tres o más grandes después de haber cumplido los 30 años. Nadal, además, redujo la distancia con Federer y ahora sólo está a tres triunfos del los 20 títulos de Grand Slam del suizo, el máximo ganador histórico en el circuito masculino.

"Seguro que ganarás aquí en los próximos años", le dijo Nadal a Thiem, afirmando que él será alguna vez campeón en París. Tal vez cuando acabe su reino. Pero de momento él manda. Y está dispuesto a nunca dar nada por sentado ni a perder el hambre y a seguir escribiendo la historia. En el partido fue claro: levantó su nivel de juego en los momentos clave y nunca le dio opción a su rival de soñar con el título, incluso cuando tuvo calambres en la mano izquierda. En esa medida, su sed de victoria es proporcional a su consciencia de los años: Nadal sabe bien que no es infinito, aunque en París lo parezca, y por lo tanto quiere aprovechar las ocasiones.

Ya pasada la treintena y con un estilo de juego tan físico, no está dispuesto a dejar pasar oportunidades de oro. "Perdí muchas oportunidades por las lesiones y sé que los años pasan rápido", sonrió Nadal ante la pregunta sobre los años de su carrera. "No habrá diez oportunidades más de seguir jugando aquí. Así que disfruto el hecho de estar aquí nuevamente", señaló con mucha sinceridad el español, para quien el único límite parece ser el tiempo.

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