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El título incomparable de Fernando Torres

Fernando Torres completó el anhelo más apasionante de su carrera, la conquista de la Liga Europa de rojiblanco, un título incomparable para el atacante porque lo ha conseguido con el equipo de su vida, del que es aficionado, futbolista, goleador y un ídolo. Es rojiblanco. Siempre lo ha sido. Cuando iba al Vicente Calderón a animar al Atleti, cuando entró en las categorías inferiores a los diez años, cuando debutó en el primer equipo con diecisiete años, el 27 de mayo de 2001 contra el Leganés, cuando triunfó sobre el campo, cuando tomó la decisión más difícil de marcharse para crecer...

También cuando, ya en Liverpool o en Londres en las filas del Chelsea, siempre mantuvo inalterable ese sentimiento atlético, cuando lució alguna bandera del Atlético -ya en el Liverpool-, orgulloso, mientras festejaba las dos Eurocopas o el Mundial con la selección o cuando sufrió ante la televisión la final de Lisboa.

Incluso, comprobó como rival el crecimiento del Atlético, con la eliminación en semifinales de la Liga de Campeones de hace dos años -él jugaba en el Chelsea y marcó el único gol londinense- o con la derrota incontestable de hace cuatro en la Supercopa de Europa, él también con los blues. Fue aclamado por la afición atlética.

Su vuelta, que desbordó el Vicente Calderón en su presentación con 50.000 espectadores, fue la más esperada en el Atlético. Ha jugado 402 partidos con el Atlético, entre ellos la final de la Champions en 2016.

Ahí lloró por el duelo decisivo perdido frente al Real Madrid en la tanda de penaltis, pero lo completó en la siguiente ocasión. Se despedirá este domingo del equipo de su vida, de su afición, de su club y del fútbol español en el estadio Wanda... como campeón.

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