Tribuna Económica

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Economía de guerra contra el coronavirus

Recientemente Pedro Sánchez afirmaba que estamos en una economía de guerra contra el coronavirus. Hablamos de economía de guerra cuando un país atraviesa una situación caótica y excepcional por motivos de guerra o de catástrofe. En la guerra del coronavirus, el Gobierno y las instituciones internacionales están actuando con medidas extraordinarias en el ámbito monetario. Centrándonos en las medidas monetarias, los bancos centrales están creando liquidez sin límite en cantidades que superan las de la Gran Recesión de 2009. La finalidad es que empresas y bancos sobrevivan y que esta situación no derive en una crisis financiera de deuda como la del 2008. Tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la Reserva (Fed) están inyectando liquidez sin límite a los bancos. Es esencial que la inyección de liquidez vaya acompañada por otras medidas que incentiven el deseo de los bancos de dar créditos a las empresas. Esta es la razón por la que el BCE ha reducido las exigencias de capital y liquidez para los nuevos créditos concedidos durante la crisis y las necesidades de dotación para provisiones de los préstamos en mora o dudosos. Los gobiernos europeos están ofreciendo líneas de avales públicos. El objetivo es reducir el riesgo que asume el banco y hacer más atractiva la financiación, en un momento de gran incertidumbre y riesgo empresarial. Sin estos avales la banca no otorgaría crédito suficiente a las pymes.

Siguiendo este criterio, el Gobierno español ha aprobado una línea de avales públicos de 100.000 millones de euros, que pueden generar un flujo de crédito empresarial de 200.000 millones. El Consejo de Ministros ha aprobado un primer tramo de 20.000 millones, 10.000 millones para pymes. El Gobierno pretendía limitar el aval público al 50% del crédito y excluir las refinanciaciones. Los bancos solicitaban el 90% e incluir las refinanciaciones. El Gobierno ha accedido a la petición de los bancos. El aval público para financiación de pymes y autónomos alcanzará el 80%, para grandes empresas el 70% y para refinanciación el 50%. Sorprende, sin embargo, que el tipo de interés no tenga límite y quede a la discrecionalidad del banco en función del riesgo asumido. El plazo es de uno a cinco años y la finalidad de los préstamos es amplia: circulante, refinanciaciones, impuestos, etc. La competencia de los bancos determinará que los tipos de interés oscilen entre el 1 y el 2%. La demanda de financiación va a ser muy alta. Es necesario que la banca y el ICO hagan una tramitación de los préstamos simple y rápida ya que las tensiones de liquidez ya están presentes en las empresas. La línea de avales tendrá efecto retroactivo para préstamos concedidos desde el 18 de marzo. Dada la gran incertidumbre de la duración de la crisis es aconsejable que las pymes opten por plazos holgados, suficientes para cubrir los escenarios más adversos.

Al final la línea de financiación con avales públicos será de salvamento tanto para las empresas como para la banca, que podrá aumentar su negocio con un bajo riesgo. En un momento de reducción de sus beneficios como consecuencia del escaso volumen de negocio solvente y los bajos tipos de interés.

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