Tribuna Económica

Rogelio Velasco

Infraestructuras y reparto en los Presupuestos

La inversión en infraestructuras ha jugado siempre un papel fundamental en las estrategias de desarrollo, tanto de los países más avanzados como de los emergentes. En la UE lo ha hecho desde su creación, hasta el más reciente Plan Juncker, en donde las infraestructuras combinan la aportación al desarrollo a largo plazo, con el impulso que genera a corto sobre la actividad económica. En Estados Unidos, tanto Obama como Trump también han colocado la inversión en infraestructuras del transporte como elemento fundamental para el crecimiento a largo plazo.

¿Cuál es el propósito de la política de infraestructuras del transporte para ciudades, regiones y países enteros? El objetivo fundamental debe ser el de mejorar la productividad de los factores productivos privados -trabajo y capital- para impulsar, de manera permanente, el crecimiento económico.

Sin embargo, ese efecto no siempre tiene lugar. Investigaciones llevadas a cabo recientemente para evaluar los efectos que han deparado las inversiones en infraestructuras apuntan en sentido bien diferente al que muchos de los actores esperan.

Todas las investigaciones apuntan que un nivel mínimo de infraestructuras del transporte resulta esencial para la actividad económica, permitiendo una mayor accesibilidad a las áreas locales, una mejora en la provisión de servicios, reducciones en los costes de producción y aumento de la productividad.

No obstante, una vez alcanzado ese umbral mínimo, la relación entre infraestructuras y crecimiento no está nada clara. La OCDE, de hecho, considera que casi todos sus miembros lo han alcanzado.

Una explicación plausible a la desconexión entre infraestructuras y crecimiento es la calidad de las instituciones públicas, nacionales y regionales, que seleccionan los proyectos. En España, y en todos los países, resulta mucho más impactante y vendible políticamente ante los ciudadanos la construcción de una nueva autovía que la mejora de carreteras secundarias o de un puerto de mercancías. En algunos casos, juegan un papel relevante en las victorias electorales. Estos factores que condicionan la selección introducen distorsiones en la asignación de recursos y reducen el crecimiento.

Una reciente investigación sobre todos los países de la UE muestra la escasa correlación entre la dotación de nuevas infraestructuras y el crecimiento en el periodo 1995-2009, cuando se comparan las regiones entre sí.

Dos factores aparecen claramente como claves en la contribución de las infraestructuras al crecimiento: la mejora en la red de carreteras secundarias y la calidad de los gobiernos centrales y regionales, que eligen proyectos mejores o peores para el crecimiento económico.

Estos resultados cuestionan la visión dominante de que es posible beneficiar a las regiones periféricas uniéndolas con grandes ciudades a través de grandes y costosas obras. El AVE entre Madrid y Galicia no va a beneficiar a las ciudades por las que discurrirá; más bien lo contrario, haciendo desaparecer actividades económicas en las poblaciones intermedias.

En el caso de España, la selección de proyectos está más dirigida por su venta política a nivel regional que por su contribución al crecimiento a escala nacional.

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