Tribuna Económica

Joaquín aurioles

Innovación y desigualdad

Tiene sentido hablar de "entorno de innovación" en un mundo globalizado? Si las relaciones que se establecen a través de lo que Hagerstrand llamaba campos de comunicación social tienden a imponerse sobre las de proximidad, especialmente en todo aquello que tiene que ver con la innovación y las vanguardias, la intención de los gobiernos español y andaluz de utilizar las ayudas europeas para la promoción de entornos innovadores obligará a esmerarse en afinar tanto los filamentos de conexión internos (empresas, universidades, etc.) como los externos, además de a gestionar con habilidad los flecos políticos.

Se puede debatir sobre la posibilidad de conectar con los circuitos de la innovación y el conocimiento, pero no cabe cuestionar su influencia en el mapa de las desigualdades. En el caso de España, Madrid y Cataluña concentraban el 88% de las ventas y el 58% del empleo en TIC, antes de la pandemia, que junto a País Vasco y Navarra, son las únicas comunidades que invertían en I+D+i un porcentaje del PIB superior al promedio español. Si se considera únicamente la inversión privada, las diferencias son todavía mayores. El cuadrante nororiental de la península, junto a Madrid y su corona castellana, arrasa sobre el resto, donde la mayor parte de la investigación que se realiza está vinculada a las universidades y al sector público.

Puede que las tendencias innovadoras más disruptivas (digital, bioquímica, etc.) circulen básicamente por redes de ámbito global, pero en otras las ventajas de proximidad permiten todavía el desarrollo de ecosistemas locales con un fuerte componente innovador, apreciable, por ejemplo, en la producción de alimentos. Existe, por tanto, una dimensión espacial en los procesos de innovación que ha llegado a identificarse como una de las principales fuentes de divergencia regional en España (E. Reig, Fundación BBVA, 2017) y que explica, tanto el énfasis del gobierno andaluz en la digitalización y el conocimiento en su estrategia de convergencia con el resto del país, como el del gobierno de España en la transformación digital en el Plan de Recuperación.

La tendencia a la acumulación circular de los procesos de innovación en torno a los focos ya consolidados, tanto por reproducción natural favorecida por el entorno, como por el poder de atracción sobre nuevas iniciativas, sitúa en desventaja a Andalucía. El panel de indicadores de innovación del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía nos dice que la proporción de personas con formación superior es ocho puntos menor que en España, mientras que el gasto público en I+D (0,56% del PIB) es ligeramente mayor, pero que el privado está por debajo de la mitad (0,32%, frente a 0,71%). También nos indica que el porcentaje de pymes con innovación en sus productos se mantiene en torno a la mitad que en España y del 70% en innovación en procesos. Myrdal sostenía que los procesos de acumulación se quiebran con políticas de discriminación positiva hacia los desfavorecidos. Difícil pensar en algo así en materia de apoyos a la innovación en España, así que habrá que confiar en que las servidumbres políticas en sentido contrario no sean excesivas.

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