Economía

Rescates y regates

En principio, el rescate de 100.000 millones de euros que España aceptó ayer en el seno del Eurogrupo no la pone al mismo nivel de Grecia, Irlanda y Portugal, intervenidas a hierro por la UE. Pero sólo en principio. El crédito concedido para sanear el sistema financiero español, que después de cuatro años de crisis económica no ha sido capaz de digerir los 176.000 millones de activos tóxicos derivados de la burbuja inmobiliaria -al menos, un 33% de las entidades bancarias, que son las que han solicitados ayudas del FROB, están claramente afectadas-, puede ser el principio de un rescate más serio si la economía española no reacciona.

O quizás, como anunció el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, en una comparecencia de urgencia algo atropellada, este rescate suave, una vez saneada la banca, reactivará los créditos y, finalmente, favorecerá el crecimiento y la creación de empleo. Otra cosa distinta es que sirva para que los mercados otorguen credibilidad a España y a su prima de riesgo. Esa cacería parece que busca una pieza mayor: el euro, e Italia debería poner sus barbas a remojar.

Sea lo que fuere, 100.000 millones de euros no caben en una calculadora y representa ni más ni menos que diez puntos de PIB. La dimensión de la cosa merecía que ayer mismo hubiera comparecido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Quizás acompañado por De Guindos e incluso por el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro. Pero siempre con él como principal protagonista solo o acompañado.

Amparado en una mayoría absoluta que complementa a la perfección el furor reformista que su Gobierno ha ejecutado a golpe de decreto ley, Rajoy ha optado en estos cinco meses por tomar muchas decisiones de calado -algunas de ellas, como el plan a proveedores, acertadas-, pero eludiendo explicarlas personalmente "como Dios manda".

Ahora, con este rescate, está obligado de entrada a comparecer en el Congreso de los Diputados de forma urgente, sin dilaciones ni tacticismos. Parafraseándole, debe dar la cara y "llamar al pan, pan, y al vino, vino", renunciando a la deriva eufemística para eludir el término rescate -recuerda aquella que tomó el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero cuando la crisis era una simple desaceleración económica-. Y tiene que recuperar la senda de la transparencia, quebrada en las últimas semanas por la negativa del grupo popular a que comparecieran actores principales en la crisis de Bankia.

Rajoy, que hoy, por lo visto, tiene intención de acudir a presenciar en directo en Polonia el partido España-Italia -espero que se quede en La Moncloa-, debe dejarse de regates y centrarse en el rescate.

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