Tribuna Económica

carmen pérez

Tiempo y dinero

La relación entre el tiempo y el dinero nos resulta familiar. Se ha utilizado a lo largo de la historia para poner de relieve lo valioso del tiempo. Así, contamos con numerosas poesías y refranes -"el tiempo es oro"- que se esfuerzan en mostrarnos la conveniencia de aprovechar bien el tiempo o de que nuestro afán por ganar dinero debe guardar un equilibrio con el tiempo que gastamos en conseguirlo. Menos usual, sin embargo, es considerar esta relación invirtiendo completamente los términos, afirmando que el dinero es tiempo.

Es el caso de la película In Time (Andrew Niccol, 2011), que lleva esa definición al extremo. Plantea un mundo donde se ha superado el envejecimiento, y donde el valor usado para las transacciones de carácter económico es, literalmente, tiempo de vida. Con el trabajo no se gana dinero sino horas, minutos y segundos, que quedan acumulados en un reloj biológico insertado en el antebrazo.

Cubrir las necesidades básicas o permitirse lujos consumen tiempo de vida. Si el reloj se queda a cero, la persona se queda sin tiempo, se desploma y muere. En ese mundo son muchos los que están esclavizados por trabajos que sólo les proporcionan horas o, como mucho, días de vida. Viven al límite, dominados por la inmediatez, como les sucede a los animales. Por descontado, los ricos cuentan en sus muñecas con miles de años para gastar.

Quizá los guionistas hayan tomado esta idea de conectar tiempo y dinero -lo único bueno que tiene la película- del filósofo italiano Vittorio Mathieu. En su obra La filosofía del dinero resalta que la necesidad de dinero es un signo de nuestra no omnipotencia. Si no fuéramos seres finitos no tendríamos una existencia temporal, no haríamos proyectos y no usaríamos el dinero como medio para llevarlos a cabo. El dinero es una curiosa síntesis de la vida pasada y futura. El dinero abre futuro; si lo gastas, consumes futuro para tener mejor presente. Su carácter es "su enlace con el futuro, que no se romperá jamás hasta el momento en que se oigan las trompetas del Apocalipsis".

También es posible, en el mundo de In time el traspaso de tiempo. Se puede gastar incluso sin disponer de dinero de antemano, viviendo un bienestar presente que en principio no corresponde. Sólo tiene que haber alguien que confíe en cederte parte de su exceso de futuro. Esto no es más que la esencia de cualquier sistema financiero: intercambiar futuro por presente entre unos y otros.

El traslado de estos planteamientos a la realidad es inevitable. Muchas serían las reflexiones, destacamos dos de ellas. La primera, que no hay futuro sin actividad económica. La segunda, que actualmente a nivel global se produce un consumo de futuro por anticipado a causa de la intermediación bancaria. Digamos, siguiendo la parábola, que los bancos crean "tiempo ficticio". Así, el sistema necesita imperiosamente crecimiento económico que genere tiempo "extra" que compense. Si falla o se detiene, la ansiedad sólo puede rebajarse al retrasar todos los relojes vitales. Pero este reajuste no es homogéneo. Como hemos podido comprobar con la última crisis, muchos ven cómo se quedan sin futuro de repente.

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