Tribuna Económica

carmen pérez

Universidad de Sevilla

'Tout le nécessaire'

Al igual que le pasó a Mario Draghi, a la nueva presidenta del Banco Central Europeo le ha tocado lidiar una situación sumamente complicada al poco de llegar al cargo. Y como hizo él en su día, ella también se ha comprometido expresamente a hacer tout le nécessaire para preservar el euro. Ayer necesitaba trasmitir credibilidad en que sería capaz de hacerlo. Los mercados bursátiles europeos la esperaban con fuertes caídas, y especialmente condicionante para la toma de sus decisiones era la tremenda caída de la banca: en el último mes el índice Eurostoxx Banks había bajado un 38%.

Así, la presión sobre ella era máxima. Se esperaba que calmara el pánico que existe en el mercado a que se desencadene una recesión. Además, tenía que responder -partiendo de un margen operativo mucho más escaso- a los movimientos que habían ya dado los otros bancos centrales. La Reserva Federal intervino la semana pasada de urgencia bajando un 0,5% los tipos de interés y se espera que vuelva a actuar la próxima semana. También habían movido ficha el Banco de Inglaterra, el de Japón o el de Australia.

Su actuación se centró en tres nuevos frentes: se incrementarán las compras de activos por 120.000 millones de euros hasta final del año, asegurando una fuerte contribución de los programas de compra del sector privado; se realizarán temporalmente operaciones de refinanciación adicionales a más largo plazo para proporcionar liquidez inmediata al sistema financiero; y se lanzarán unas nuevas rondas de préstamos baratos -hasta un coste de -0,75%- para que "respalden los préstamos bancarios a los más afectados por la propagación del coronavirus, en particular las pequeñas y medianas empresas". De forma paralela, la supervisión bancaria del BCE relajó temporalmente los requerimientos de capital y operativos en respuesta al coronavirus: mantiene en pie a los que tienen que, para activar la economía real, canalizar la política monetaria.

Pero este paquete de medidas a los mercados financieros les supo a poco. Esperaban cuanto menos que también bajara la tasa de depósito del -0.5% al -0.6%. Los índices bursátiles de la Eurozona respondieron ahondando en sus bajadas. Quizá se equivocó aunque también hay que considerar que el final de la sesión estuvo acompañado del dramático inicio de la sesión en Wall Street. El Eurostoxx cerró con caídas superiores al 12%. Nuestro Íbex 35, del 14%, la mayor de su historia.

No sabremos si los mercados se hubieran calmado en ese caso, porque el mercado americano también reaccionó a la baja y la intervención de la FED fue contundente. De fondo a lo que ocurría ayer estaba la guerra del petróleo, que amenaza con destruir el sector del gas de EEUU, la enorme tensión en el mercado de bonos americanos y el descomunal volumen mundial de deuda. La situación es sumamente grave. Ayer Lagarde volvió a reclamar "una postura fiscal ambiciosa y coordinada". Sabe que por mucho que se haga desde la política monetaria no es en absoluto suficiente. El tout le nécessaire requiere de la acción conjunta de los gobiernos y bancos centrales occidentales. De ello depende que entremos o no en un escenario igual o peor que el de 2008.

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