Joaquín Aurioles

Universidad de Málaga

Los amagos de la inflación

Christine Lagarde firma un billete gigante de 20 euros

Christine Lagarde firma un billete gigante de 20 euros

La previsión del Banco de España es que el Índice Armonizado de Precios al Consumo a final de año se sitúe en 1,9 y que la inflación subyacente, que excluye los alimentos frescos y la energía, los componentes más volátiles, se mantenga en 1,4. Para 2022 se prevé una importante corrección a la baja (1,2 y 0,8, respectivamente), lo que significa que el actual repunte de los precios se percibe como una anomalía puramente coyuntural, alimentada por el alza en el precio de las materias primas y relacionada con las tensiones propias de la pandemia y las perspectivas que se abren con la vacunación. En el contexto de incertidumbre en el que el Banco de España reconoce que realiza sus previsiones, se contempla que el hundimiento de los precios en el turismo y los servicios en general durante la pandemia ejercerá una cierta presión bajista sobre la inflación hasta el final del verano, pero también que la esperada recuperación posterior del consumo, si la vacunación avanza y no aparecen rebrotes, provocará el efecto contrario.

La abundancia de factores de incertidumbre y la dificultad de prever su comportamiento a corto plazo provoca discrepancias en las estimaciones (Funcas, por ejemplo, sitúa el IPC de diciembre en 2,8, el promedio del año en 2,2 y la inflación subyacente en 1,5), pero todas coinciden en que la caída se producirá a comienzos de 2022. La vertiginosa escalada de los precios durante la primera mitad del año, desde -0,8 en noviembre de 2020 hasta 2,7 el pasado mes de mayo, es el reflejo de la subida en el precio de las materias primas y probablemente también de las dificultades para el restablecimiento de la normalidad en el suministro de productos básicos esenciales, como es el caso de los microprocesadores, tanto por limitaciones de la capacidad de producción como de logística.

La subida del 35% en el precio de las materias primas durante 2020 tiene que ver con las perspectivas de recuperación de la pandemia y con la sensación de que se avecinaban tiempos de escasez. El índice que elabora el FMI sobre el precio de materias primas y alimentos refleja un crecimiento del 12,3% en el primer trimestre del año, especialmente elevado en el caso de la madera y metales, pero también en los alimentos. Se acopian los materiales en previsión de insuficiencias en los abastecimientos y aumentan los costes de almacenamiento y transporte, aunque el consumo todavía se mantenga retraído, lo que indica motivaciones marcadamente especulativas que se prolongarán, al menos, hasta final de año. Pese a ello, existe una amplia coincidencia entre los expertos en que la inflación que observamos es el reflejo de las tensiones propias de una vuelta desordenada a la normalidad, que se explica por el diferente grado de control de la pandemia y del ritmo de vacunación, según países.

Las tensiones existentes en algunos mercados presionarán, por tanto, sobre los precios durante los próximos meses, pero en el Banco Central Europeo parecen estar más preocupados por que la recuperación se inicie con fuerza y sin restricciones monetarias que por un repunte coyuntural de la inflación. No habrá cambios, por tanto, en la política monetaria y se mantendrán los estímulos del Programa de Compras de Emergencia por la Pandemia (20.000 millones mensuales en la compra de bonos), salvo amenazas en el entorno, todavía consideradas poco probables, pero que están relacionadas con un retraso excesivo en la lucha contra la pandemia en algunas regiones del mundo.

Si las mutaciones en el virus y la posibilidad de repunte en los contagios pueden afectar gravemente la recuperación de la normalidad en algunos mercados y prolongar las tensiones en los precios, sus efectos podrían trasladarse al resto del mundo en forma de inflación importada. El matiz más preocupante, no obstante, es la transformación de algunas de sus características que definen su condición de efímera o coyuntural en estructural. De Guindos lo advertía hace unos días, señalando que, si ocurriese, el BCE podría verse obligado a introducir restricciones y corregir el rumbo de la política monetaria.

El problema reside en que, si la coyuntura de los precios se demora en el tiempo, aparecerán los problemas característicos de “indiciación” (adaptación de los precios negociados a un índice de referencia) en salarios, pensiones, alquileres e intereses, provocando que una anomalía coyuntural pueda acabar impregnando al conjunto de la economía y convertirse en un fenómeno estructural. Hace medio siglo se conoció como “espiral precios-salarios” lo que ahora se denominan “efectos de segunda ronda”, aunque se trate del mismo mecanismo. Los salarios se ajustan a la inflación para mantener el poder adquisitivo, pero si se toma como referencia la del periodo anterior, se garantiza que los precios crecerán, como mínimo, tanto como en el pasado, debido a que las empresas repercuten en el precio de sus productos el aumento en los costes de producción.

Esta dinámica puede dar lugar a un bucle perverso del que sólo fue posible salir en el pasado cuando los sindicatos, los pensionistas, los propietarios y los bancos, entre otros, aceptaron como índice de referencia para la revisión de sus rentas una inflación esperada inferior a la del periodo anterior. El problema es que, para que funcione, el gobierno de turno deberá presentar su previsión de inflación y resultar creíble frente a trabajadores y al conjunto de los agentes económicos, que es algo que se intuye complejo en las circunstancias actuales. Ya se ha apuntado como la incertidumbre en torno a la pandemia y las amenazas que se ciernen sobre la recuperación a nivel global dificultan los ejercicios de previsión, pero es que además serían necesarios compromisos firmes en materia de política económica. En el caso de los gobiernos, recortes en el gasto público y, en el de los bancos centrales, subidas de tipos de interés y es evidente que ambas opciones encajan con dificultad en los programas de recuperación que en todas partes están a punto de iniciarse. Confiemos en que la inflación que observamos no abandone en ningún momento su carácter transitorio.

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