Una caja de cartón con algunas pertenencias. Eso es lo único que les quedó a los empleados de Lehman Brothers cuando el banco quebró hace cinco años. De un momento a otro tuvieron que abandonar sus oficinas aquel 15 de septiembre de 2008. La tradicional entidad había sobrevivido la Guerra Secesión, dos guerras mundiales y múltiples caídas de la bolsa. Pero con sus arriesgados negocios en el mundo inmobiliario se cavó su propia fosa.
Las imágenes de los banqueros abandonando la central en Nueva York con una caja de cartón en sus brazos recorrieron el mundo. Pero pocos observadores intuirían entonces cuánto los iba a afectar esa quiebra, ya sea debido a la recesión económica que siguió o a través de las multimillonarias ayudas estatales para salir al rescate de los bancos. De hecho, parte de ese dinero aún no se ha devuelto. La quiebra de Lehman Brothers marcó el punto culminante de la crisis financiera global. "De pronto nos vimos ante el peligro real de una catástrofe económica", escribió el Nobel de Economía Paul Krugman en su columna de The New York Times. El castillo de naipes no se desarmó del todo únicamente gracias a los contribuyentes, cuyo dinero sostuvo la situación.
El Citigroup recibió 45.000 millones de dólares de Washington, igual que el Bank of America. También otras entidades de Wall Street se vieron beneficiadas con inyecciones financieras. El gobierno estadounidense incluso aportó un paquete de rescate de más de 182.000 millones de dólares para la gran aseguradora AIG. El objetivo: recuperar la calma y la confianza en los mercados. En Alemania, uno de los países cuyos bancos se vieron afectados por la crisis hipotecaria internacional, el mensaje también fue claro: "No puede haber un caso Lehman alemán", subrayó quien por entonces era presidente del ente de vigilancia financiera Bafin, Jochen Sanio. La compañía Hypo Real Estate fue totalmente nacionalizada. El banco Commerzbank, en parte. La fuente de financiación: el contribuyente.
Desde su fundación a fines de octubre de 2008 y hasta fines de 2012, el fondo alemán de estabilización de mercados financieros Soffin acumuló 21.500 de euros de pérdidas. Salvar bancos "no es ningún negocio", comentó en su momento quien presidía el Soffin, Christopher Pleister. El Estado alemán aún tiene un 17 por ciento de las acciones del Commerzbank. Para que le merezca la pena salir de él, la acción debería subir a al menos 20 euros (un valor que superó por última vez en julio de 2011). Actualmente, los títulos no llegan ni a la mitad de ese importe.
En cambio en Estados Unidos el gobierno corrió mejor suerte. Gracias a los mayores intereses para las ayudas y una subida de las acciones, Washington pudo salir beneficiado de la ayuda aportada a bancos nacionales. Sin embargo, el balance general es negativo, también en Estados Unidos, debido al costoso recomienzo de las automotrices General Motors y Chrysler y a la nacionalización de los dos mayores bancos hipotecarios: Fannie Mae y Freddie Mac.
Analistas estadounidenses estiman que el programa de rescate TARP tuvo finalmente un costo de 21.000 millones de dólares. En un primer momento se había estimado que el programa brindara 700.000 millones de dólares, pero finalmente, según datos de la secretaría del Tesoro, la cantidad ascendió hasta ahora a 421.000 millones. En el bloque europeo, los países miembro pusieron a disposición de los bancos casi 3,2 billones de euros entre 2008 y 2011, sobre todo en forma de garantías y capital propio.
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