Economía

Los embalses del Guadalquivir están en su peor nivel desde hace 12 años

  • El regadío de la cuenca se enfrenta a su cuarta campaña de sequía con las reservas en situación "crítica" y sólo dispone del 25% del agua necesaria

"Vivimos la peor situación de los últimos doce años y desde 1995 no se había producido algo parecido". El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Francisco Tapia, trasladó ayer este diagnóstico a la Comisión de Desembalse celebrada en la sede central del organismo en Sevilla. Eso sí, Tapia insistió en que el abastecimiento humano está garantizado por el momento.

Los datos avalan la reflexión de la CHG. Tras cuatro años consecutivos de sequía, la cuenca dispone del 34,8 por ciento de sus recursos, unos 2.423 hectómetros cúbicos. La situación es de "emergencia" en los embalses de la Regulación General, los destinados al regadío, que apenas cuentan con el 25,6 por ciento de sus reservas, más de dos puntos menos que hace justo un año, lo que supone un total de 1.206 hectómetros cúbicos.

El resto de la cuenca no adscrita al sistema general se encuentra en general en mejor condición, con un volumen embalsado del 54 por ciento. Sin embargo, la realidad varía radicalmente entre las zonas. Algunos sistemas se encuentran también en una coyuntura alarmante como por ejemplo, Quentar-Canales, Cubillas-Colomera, Quiebrajano-Víboras, San Clemente, Rumblar, Dañador y Fresneda. En cambio, Viar, Sevilla y Huesna se encuentran por encima del 70 por ciento de su capacidad.

El presidente de la Confederación anunció en la Comisión de Desembalse que los regantes sólo podrán disponer de 300 hectómetros cúbicos de agua para la próxima campaña, muy lejos de los 850 del año pasado, y en las antípodas de los 1.200 hectómetros cúbicos asignados en un año de normalidad hídrica.

El objetivo del encuentro era informar a los agricultores, ya que las decisiones definitivas no se tomarán hasta primavera, por si la meteorología permite algún respiro. Los agricultores estiman que la dotación se quedará en unos 1.000 metros cúbicos por hectárea, cuando el lote de un año normal está establecido en unos 6.000 metros cúbicos.

Aunque todavía no se ha hablado de ningún cultivo en concreto, la carestía ya compromete la campaña del arroz, que es la que precisa de más apoyo hídrico, ya que necesita un gran aporte para reducir la salinidad del estuario del Guadalquivir.

Y este año no hay más conejos en la chistera. El cómputo de la Confederación Hidrográfica ya incluye los 125 hectómetros procedentes de la reasignación de recursos, la novedosa fórmula que se adoptó en la pasada campaña y que permitió ampliar la dotación con agua procedente de embalses ajenos a la Regulación General.

Aunque encuadrados en la Cuenca del Guadalquivir, los pantanos que aportaron recursos extraordinarios en 2007 están gestionados directamente por las comunidades de regantes que financiaron su construcción y que reciben compensaciones a cambio de ceder su agua.

La única solución a corto plazo tiene que caer del cielo y no se trata de un milagro, aunque poco le falta. "Para poder alcanzar los niveles de desembalse del año pasado, se tendrían que embalsar otros 300 hectómetros cúbicos, y eso es complicado", apuntó Tapia, que no se aventuró a adelantar previsiones de precipitaciones, pero los datos no son nada halagüeños.

Desde que comenzara el año hidrólógico el pasado mes de octubre, los pluviómetros de la cuenca han contabilizado 150 litros por metro cuadrado, casi la mitad de los 289 litros de la media histórica. La cantidad es también muy inferior a la recogida en enero del año pasado, cuando se contabilizaron 212 litros.

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