ANÁLISIS

2017: entre la esperanza y la incertidumbre

  • España y el mundo se enfrentan a fuertes desafíos

  • A nivel interno, el Gobierno debe lograr consensos para afianzar la recuperación

  • Trump y la amenaza de los populismos, en el horizonte

El año 2017 será el de los claroscuros, el de la esperanza conviviendo con el temor. Un año en el que la incertidumbre geopolítica va a superar y determinar la económica. Un año de esperanza porque 2017 será el año en el que recuperaremos la venta y el PIB que perdimos en el inicio de la crisis. Lamentablemente, no el empleo. Un año en el que continuaremos creciendo en torno al 2,5%, por encima del 1,5% de Europa. Esto será posible gracias al consumo de las familias, la inversión de las empresas y la favorable dinámica de las exportaciones. El aumento del crédito, los bajos tipos de interés, y la recuperación de la riqueza financiera e inmobiliaria impulsarán el crecimiento de la demanda interna. No obstante, la economía española se desacelerará con respecto a 2016. Las causas serán la previsible subida del precio del petróleo, la subida de los impuestos y la necesaria contención del gasto para cumplir con el objetivo de déficit público del 3,1% del PIB exigido por Bruselas. Por el contrario la depreciación del euro con respecto al dólar, como consecuencia del efecto Trump, impulsará las exportaciones y el turismo.

El año 2017 será el del despegue de la construcción, tanto en número de viviendas como en precios, el de las fusiones y adquisiciones de empresas y el de la recuperación de los beneficios empresariales. Un año en el que los salarios debieran de empezar a recuperarse en aquellas empresas que generen beneficios y mejoren su productividad. No obstante, todavía tendremos una alta tasa de desempleo del 17,8% a finales de 2017 y del 16,2% a finales de 2018, según el Banco de España. A pesar de la recuperación, el crecimiento de España seguirá siendo frágil por la baja productividad, por el alto endeudamiento público, del 100% del PIB, y por el elevado endeudamiento externo, que nos hace sumamente vulnerables a nuevos eventos de inestabilidad financiera internacional.

Conviviendo con la esperanza de la recuperación está la incertidumbre de si el actual Gobierno español será capaz, consensuando y pactando, de continuar con la reformas estructurales que necesita España para mejorar su competitividad y de cumplir con los objetivos de déficit y de deuda pública, única manera de garantizar un crecimiento y creación de empleo sostenibles.

Incertidumbre

A la esperanza de la recuperación económica de España se contrapone la incertidumbre del contexto internacional. Esta vez las principales amenazas vienen de la política. Los populismos amenazan a Europa en las próximas elecciones de Francia, Alemania, Holanda e Italia. La crisis de los refugiados ha debilitado el liderazgo de Angela Merkel. Sin el liderazgo de Alemania y Francia el proceso de integración europea corre el riesgo de paralizarse o retroceder. Por otra parte, la reciente intervención del banco Monte dei Paschi en Italia siembra dudas sobre la solvencia de la banca italiana y, por extensión, de algunos bancos europeos.

Aunque a corto plazo el Brexit ha tenido un escaso impacto, existe el temor a que a medio plazo lo tenga si el Reino Unido opta por un procesoduro, de colusión, que lo excluya del Mercado Unico Europeo. La esperanza es que haya entendimiento y que no se produzca el contagio al resto de los socios europeos, en un momento en el que los partidos xenófobos y populistas amenazan con acceder al poder.

El acceso de Trump a la presidencia de EEUU ha despertado el temor a que su anunciada política de aislacionismo y proteccionismo provoque una guerra de aranceles y de divisas que hunda el débil comercio internacional e inicie el camino a la renacionalización. Frente a esta incertidumbre existe la esperanza de que las anunciadas políticas de reducción de los impuestos y el aumento del gasto en infraestructuras públicas provoquen un mayor crecimiento en Estados Unidos que impulse el crecimiento mundial. El riesgo es que esta política obligue a la FED a una brusca subida de los tipos de interés ante la previsible inflación y déficit público que generaría. La esperanza es que Donald Trump no ejecute lo prometido, frenado por el sistema de contrapoderes de las instituciones americanas.

Nuevo ciclo financiero

El mundo desarrollado está iniciando un nuevo ciclo financiero. La amenaza de la deflación ha dado paso a un nuevo escenario de reflación, con subida de precios y tipos de interés. El pistoletazo de salida lo ha dado la Reserva Federal de EEUU. La incertidumbre se centra en cómo impactará la subida de tipos de interés y la consecuente revaluación del dólar en los países emergentes, altamente endeudados en dólares. El temor es que provoque situaciones de insolvencia empresarial y salida de capitales. La esperanza es que no suceda gracias a la ortodoxia de las políticas económicas, al volumen de reservas de divisas acumuladas en algunos países emergentes y a las políticas de flexibilidad del tipo de cambio practicadas. Se espera que los países emergentes sean más resilentes a la inestabilidad financiera.

Las políticas expansivas de los bancos centrales han inundado el mundo de liquidez y provocado burbujas en el mercado global de renta fija y tipos de interés negativos. El temor es que una rápida subida de los tipos de interés provoque la explosión de la burbuja de deuda, con una brusca caída de los precios y grandes minusvalías en las carteras de deuda de los bancos. La esperanza es que la prudencia y la gradualidad de los bancos centrales en la retirada de la liquidez y en la subida de los tipos de interés eviten una nueva crisis financiera internacional.

China está inmersa en un cambio profundo de su modelo económico, modernizando, liberalizando y abriendo su economía a la competencia internacional. Su economía se está desacelerando. La esperanza es que su aterrizaje sea suave y no afecte negativamente a la economía internacional. La incertidumbre se centra en su alto endeudamiento interno, la excesiva expansión del crédito, la inflación de activos, la solvencia de su banca, la infrautilización y la baja rentabilidad de sus activos, y la falta de transparencia de sus estadísticas. La esperanza está en que sus grandes reservas de divisas y el pragmatismo y prudencia de sus dirigentes eviten un aterrizaje brusco que, sin duda, podría dar lugar a una nueva recesión mundial.

Estas y otras incertidumbres geopolíticas ligadas a las guerras, la crisis de los refugiados y la irrupción de los populismos a nivel global, determinan que la esperanza, el miedo y la incertidumbre tengan una difícil convivencia, ya que cualquiera de estos eventos podría provocar una nueva crisis internacional.

Ante este contexto de incertidumbre es más necesario que nunca apelar al sentido de Estado y responsabilidad de nuestros dirigentes, y a la necesidad de cooperación y consenso, nacional e internacional, en el diseño de políticas económicas y sociales que garanticen un crecimiento estable e inclusivo, que reduzca las crecientes desigualdades entre países y ciudadanos, origen y alimento de los populismos que amenazan las democracias.

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