Tribuna Económica

Carmen Pérez

El idealismo financiero de Macron

El proyecto del euro sigue viviendo momentos críticos. En medicina el estado crítico es usado para referirse al cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente. Si hubiera ganado Marine Le Pen las elecciones presidenciales francesas, la muerte del euro hubiera estado más cerca. Por el contrario, la victoria del filósofo Emmanuel Macron se percibe como una posibilidad para salvar al proyecto. Para sanarlo está dispuesto a terminar de aplicar el tratamiento que ya se le prescribió en 2012: la Unión Bancaria Europea. "Todo hubiera ardido si no se hubiera puesto en marcha", dijo Macron durante la campaña. Sin embargo, su fase final está estancada desde hace tiempo.

Y Macron no sólo quiere completarla sino que aboga por un tratamiento aún más intenso, creando un Tesoro común, que emita bonos europeos. Desde luego, tampoco es que esté proponiendo nada nuevo. La Unión Bancaria y los eurobonos son los dos proyectos más trascendentales de todos los que recogió el Informe de los Cinco Presidentes. Son los que ponen a prueba a los socios sobre si realmente están dispuestos a alcanzar una verdadera Unión Económica y Monetaria, y exigirían en paralelo una integración política mucho más intensa. Macron lo sabe, que hay que dejarse de tibiezas, lo dice claro: "No se puede ser tímidamente europeo".

También sabe cuál es la cruz de esta moneda. Se necesitan Estados solventes que puedan respaldar esos proyectos. En este sentido, Macron se ha comprometido a reducir el gasto -actualmente representa el 56% del PIB- al final de su mandato en 60.000 millones de euros. Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, se lo ha dicho bien alto, tal y como ha salido electo: "Francia puede y debe salir del procedimiento de déficit excesivo". No serán pocas dificultades las que se le presenten cuando intente flexibilizar su mercado laboral o que el Estado tenga menos peso. Pero, sin embargo, el nuevo presidente ofrece la reforma francesa: dar confianza es lo primero.

Alemania debería apuntarse a este carro, debería tener presente el otro escenario posible, el de la ruptura del euro. Que piense en la amenaza de Le Pen y la de otros muchos extremismos europeos. Puede aportar más, dado su superávit fiscal y exterior; puede ser flexible con Francia, y también con el resto. No son pocas las voces las que le advierten: si fracasa Macron, Europa también; y si Europa fracasa, Alemania fracasa, concluye el artículo Angela Merkel should seize this chance to remake Europe en The Economist.

Hace unos días, en Viena, Danièle Nouy, presidenta del Consejo de supervisión del Banco Central Europeo, comenzaba su discurso con una cita de Winston Churchill: "Nunca se debe desperdiciar una crisis". Nouy defendía la finalización de la Unión Bancaria. Ahora, Macron quiere hacer realidad la completa integración financiera europea. "Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión", dijo Hegel, el filósofo idealista alemán sobre el que Macron hizo su tesis. El domingo, cuando ganó, en la explanada del Museo del Louvre, hizo sonar la Oda de la Alegría, el himno oficial de la Unión Europea.

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