Terremoto en los mercados Horas clave en la salida al laberinto de la crisis financiera

Un pacto inminente pero "injusto"

  • Bush da por hecho el acuerdo sobre el plan de rescate que republicanos y demócratas debían sacar adelante anoche, hoy como muy tarde, y asume el malestar social por tener que costear los desmanes de Wall Street

Con el tiempo avanzando en contra, las negociaciones para sacar adelante el plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares que debe depurar el sistema financiero ganaban nueva fuerza anoche (hora española) en el Congreso de EEUU, inmerso en una carrera contrarreloj para lograr un acuerdo antes de que Wall Street abre sus puertas mañana. "Nuestro objetivo es anunciar un acuerdo mañana [por hoy] y votar el lunes", reconoció a la prensa Mitch McConnell, el líder de los republicanos en el Senado.

Las mismas señales llegaron de Harry Reid, cabeza visible de los demócratas en la Cámara Alta. "Esperamos que en algún momento mañana por la tarde [por hoy] podamos anunciar que ha habido algún tipo de principio de acuerdo, de forma que la única cosa que falte sea poner el proyecto de ley por escrito", explicó.

Pero una vez más los republicanos de la Cámara de Representantes, los más reacios a que se aprueben las medidas urgentes, echaron un jarro de agua fría al optimismo. John Boehner, el líder de ese grupo, advirtió que aunque hay "buena voluntad" en las conversaciones, "aún quedan muchos temas sobre la mesa". Y Roy Blunt, su negociador principal, afirmó que no aceptarán "fechas límite artificiales".

Partidarios a ultranza del libre mercado, esos republicanos del ala derecha del partido se oponen a la intervención pública que pretende poner fin a la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión de los 1930. El grupo de legisladores se alzó en armas en una accidentada reunión con el presidente Bush el jueves en la Casa Blanca, en la que se oyeron incluso gritos. Y todo pese a que los mercados desean que el Gobierno irrumpa y limpie los balances de los bancos.

Republicanos y demócratas se sentaron ayer a negociar por enésima vez tras oír la alocución semanal radiofónica de su presidente. Quizás con más confianza en el buen hacer de sus políticos que convicción real, aseveró que existe "un acuerdo general" sobre los principios del plan de rescate financiero y no dudó en que éste sea aprobado "muy pronto".

Sin embargo, la novedad llegó con un par de frases que asumen el malestar palpable entre millones de estadounidenses: por qué buena parte de sus impuestos van a sufragar los desmanes y riesgos innecesarios asumidos por los bancos y el resto de entidades de inversión. Y es que el programa diseñado por el Tesoro, que debería recibir vía libre hoy como muy tarde, va a comprometer un volumen de recursos públicos sin parangón. Dicho de otra forma, habrá inversiones que nunca se realizarán y proyectos que quedarán empatanados. "Sé que muchos de ustedes están frustrados con la situación", reconoció Bush a sus oyentes. "Cuando el Gobierno les pide que paguen por los errores de Wall Street, no parece justo", admitió en las ondas.

Eso sí, tras el acto de humildad enfatizó que si el Gobierno no hace nada para parar la hemorragia en los mercados financieros, el país podría sufrir una recesión "profunda y dolorosa" porque los bancos cerrarían el grifo del crédito para las empresas y los ciudadanos. "Toda nuestra economía está en peligro", subrayó.

El mismo mensaje lúgubre trasmitieron esta semana el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, por lo que si el programa de rescate se le atraganta al Congreso, los mercados no tendrán otra opción más que esperar lo peor. Y todos saben que hoy será un día clave.

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