Análisis: Fernando Faces

Fernando Faces

Santelmo Business School

La recesión llama a la puerta

Las amenazas globales para la economía mundial están aumentando en número y probabilidad. Los inversores huyen hacia activos más seguros como el oro y los bonos públicos.

Emmanuel Macron y Angela Merkel.

Emmanuel Macron y Angela Merkel. / Franck Robichon / Efe

Ha sido una semana de infarto. La recesión global vuelve a llamar a la puerta, el pánico se propaga y los inversores huyen hacia activos más seguros como el oro y los bonos públicos. Las amenazas globales están aumentando en número y probabilidad: la escalada en la guerra comercial China-EEUU, la amenaza creciente de un Brexit sin acuerdo, la recesión e inestabilidad política de Italia, la creciente desaceleración de China, la amenaza de recesión en Alemania, la crisis política y el desplome económico de Argentina. Todo ello sucede en un contexto de endeudamiento creciente, aumento de la inestabilidad financiera y descrédito de los bancos centrales.

La amenaza más importante que puede provocar una recesión global es la guerra comercial de las dos primeras potencias del mundo. Una guerra de largo alcance por el liderazgo tecnológico, económico y político mundial, cuyo primer episodio, pero no el último, ha sido la guerra comercial. China resiste las continuas amenazas de Trump que no respeta ni acuerdos ni treguas. Cada vez es mas evidente que China no aceptará un acuerdo humillante. Su visión es de largo plazo y su presidente Xi Jinping no tiene que hacer frente, como Trump, a unas próximas elecciones.

El miedo de Trump

Ambos presidentes intentarán un acuerdo que puedan presentar como un triunfo a sus ciudadanos. Trump tiene como límite las elecciones de 2020. El mayor riesgo es que en este intervalo de tiempo, y como consecuencia de la guerra comercial y del fin de los estímulos fiscales, los mercados financieros se desplomen y EEUU entre en recesión. Si este fuera el escenario Trump perdería las elecciones. Trump hará todo lo posible por evitarlo e intentará un acuerdo con China, fuera el que fuere, que lo presentará con apariencias de éxito. Para evitar una recesión, sus esperanzas están puestas en que la Reserva Federal se pliegue a su deseo de una bajada drástica del tipo de interés. Para conseguirlo Trump está utilizando su peculiar y singular capacidad de persuasión: insultos, descalificaciones y amenazas de destitución del presidente de la Reserva Federal (FED) Jeremy Powell. Trump comete los mayores errores y despropósitos económicos y políticos y a la vista de sus resultados negativos culpa de ello a la Reserva Federal, exigiéndole que solucione el problema por él creado.

De nada han servido mensajes de la comunidad científica advirtiéndole que en una guerra arancelaria todos pierden. El que la inicia no reduce su déficit comercial con el país al que ataca. Lo único que consigue es desviarlo hacia otros países. Los que acaban pagando los aranceles son los consumidores estadunidenses con mayores precios y las empresas con mayores costos. La realidad es que el déficit comercial de Estados Unidos con China ha continuado aumentando y el crecimiento económico se está desacelerando. La guerra comercial entre las dos primeras potencias mundiales es la principal amenaza de recesión global, y su evolución futura, a la vista del errático comportamiento de Trump, es totalmente impredecible.

Alemania, camino de la recesión

El Brexit sin acuerdo, en un contexto en el que la Eurozona se está desacelerando, es el segundo riesgo con capacidad de generar una recesión en Europa y hacer tambalear la economía mundial. Alemania, la locomotora de Europa, ha tenido un crecimiento negativo en el segundo trimestre de este año (-0,1% del PIB). Las expectativas son que entre en recesión en el último trimestre. Los indicadores mas relevantes, IFO y ZEW, señalan un deterioro importante de la economía. Las exportaciones de manufacturas y automóviles están decreciendo.

La guerra comercial está consiguiendo que la crisis industrial se propague por toda la Eurozona. Recientemente el BCE ha afirmado que la Eurozona "va de peor en peor". En el próximo trimestre tanto la FED como el BCE actuarán con renovadas políticas monetarias expansivas. La FED bajando tipos y actuando sobre la pendiente de la curva de tipos de interés a corto y largo plazo. Afortunadamente la FED tiene margen para bajar los tipos de interés. Peor escenario se le presenta al BCE con tipos cero y negativos. Su margen de maniobra es escaso. El BCE prepara para el mes de septiembre un paquete de estímulos con tipos negativos, compra de bonos (y quizás de acciones), ampliación de los porcentajes de compra de deuda pública por país, mejora de la financiación a largo plazo de los bancos y compensación a los bancos por los efectos adversos de los tipos de interés negativos en su cuenta de resultados.

No obstante, la tarea de los bancos centrales cada vez es más difícil y menos eficiente. Su pérdida de independencia ante los políticos se está traduciendo en una menor credibilidad. El arsenal de herramientas y municiones se les está agotando. La experiencia de la última crisis ha demostrado que las políticas monetarias expansivas son menos eficientes que las contractivas para conseguir sus objetivos, sobre todo si no van acompañadas de políticas fiscales y estructurales. Los inversores cada vez tienen menos fe en el BCE, que ha conseguido evitar la depresión, pero no el objetivo de inflación y crecimiento de la Eurozona.

El misterio de los tipos de interés

Uno de los sucesos acontecidos esta semana, que ha creado pánico en los mercados, es la inversión de la curva de tipos de interés de corto y largo plazo. La inversión de la curva se produce cuando los tipos de interés de los bonos a largo plazo (10 años), son superiores a los de largo plazo (2 años). Lo normal es que el inversor exija mayor tipo de interés en la financiación a largo plazo, por los posibles eventos adversos en un largo periodo de tiempo, como pueden ser la inflación o el deterioro de la solvencia del deudor (prima de plazo). Que los tipos de interés a corto plazo sean superiores a los de largo plazo es una situación anómala que indica desconfianza en el futuro: expectativas de bajo crecimiento o recesión y baja inflación. Por esta razón los inversores se apresuran a comprar bonos a largo plazo cuando todavía tienen una rentabilidad positiva y a reducir la posición en el corto plazo.Con lo cual suben los precios y baja la rentabilidad del largo plazo y bajan los precios y aumentan la rentabilidad del corto plazo. Históricamente la inversión de la curva de tipos de interés ha sido un buen predictor de la recesión, aunque no siempre. Lo fue en las últimas cinco crisis. Sin embargo hay razones para pensar que esta vez no lo es, porque la curva de tipos está artificialmente influida y determinada por las políticas monetarias de compra de bonos de los bancos centrales. Todo dependerá de lo que opinen los inversores, ya que su opinión podría convertirse en una profecía autocumplida.

Es preocupante que, en esta tesitura de incertidumbre y amenaza de una recisión global, España esté sin gobierno y con la expectativa de unas inciertas elecciones. La economía española se desacelera, la incertidumbre aumenta y las decisiones de inversión se paralizan. Se necesita que cuanto antes tengamos un gobierno estable, a ser posible de centro, que sea capaz de adoptar las reformas estructurales pendientes, las únicas que pueden fortalecernos frente a la próxima recesión. A España no le puede volver a ocurrir lo acontecido en el inicio de la anterior crisis, que se negó hasta el último momento y en la que se aplicaron políticas irresponsables que agudizaron y precipitaron la crisis.

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